La batalla entre la banca y las fintech se libra en los despachos de la UE

Especial 26 Aniversario

La batalla entre la banca y las fintech se libra en los despachos de la UE

El acceso a los datos de los clientes o las exigencias de capital y liquidez para los nuevos actores del sector enfrentan a bancos tradicionales y fintech en una batalla sorda.

Banderas de la Union Europea

El modelo de banca se ha visto sacudido en los últimos años por la irrupción de las nuevas tecnologías. Consultar si has cobrado la nómina, hacer una transferencia para pagar el alquiler o simplemente comprar entradas para el cine se han convertido en operaciones que cada vez más los clientes realizan a través del móvil. Pero bajo este panorama más sencillo para el ciudadano medio se produce una lucha sorda entre los bancos tradicionales y las fintech –empresas de tecnología financiera- por hacerse con este negocio.

Esta batalla se libra sobre todo en los despachos de la Unión Europea en el terreno de la regulación y la supervisión. Por un lado, las autoridades comunitarias deben regular y supervisar las nuevas actividades, servicios, y productos innovadores, de acuerdo a los riesgos que conllevan y la adecuada protección del consumidor financiero. Pero por el otro lado, imponer un corsé regulatorio o supervisor demasiado rígido puede resultar una barrera a la innovación en sí misma, con el riesgo de perder posiciones en materia de competitividad e innovación frente a otros mercados o competidores a futuro.

Encontrar un equilibrio entre los dos aspectos no es sencillo, y menos teniendo en cuenta las particularidades de la Unión Europea: un reciente estudio de la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) puso de relieve las importantes diferencias que existen en la forma en que los distintos reguladores financieros nacionales tratan a las denominadas fintech, hasta el punto de que casi un tercio de las mismas ni siquiera está sometida a ninguna regulación.

En concreto, nada menos que un 31% de las fintech no está sujeto a régimen regulador alguno con arreglo a la legislación comunitaria o nacional, y no se pudo identificar el estatus regulatorio del 8% de las empresas. Asimismo, un el 9% está sujeto a un régimen de registro nacional otro 5% a un régimen de autorización nacional.

Los bancos tradicionales han hecho bandera de este doble rasero para exigir a las autoridades un ‘terreno de juego justo’ que les permita competir en igualdad de condiciones con las fintech, que de momento no se ven obligadas a cumplir con la estricta regulación con la que las autoridades han respondido a la crisis financiera.

El Banco Central Europeo (BCE) intenta ponerse las pilas para adaptarse al nuevo escenario. Así, este año inició una consulta pública para armonizar los criterios por lo que estas empresas pueden tener una licencia bancaria. Y el supervisor único bancario de la zona del euro aprovechó además para enviar un aviso a navegantes: a los bancos ‘fintech’ se le podrá exigir mayores ratios de liquidez y colchones de capital más mullidos.

Dentro del proyecto de directrices para la concesión de licencias, el BCE apunta que los bancos ‘fintech’ pueden necesitar mayores niveles de liquidez dado que sus bases de clientela serán más volátiles y más dependientes de las guerras de precios en el sector. Precisamente la posibilidad de que requieran una estrategia de precios más agresiva al entrar en unos mercados ya maduros exigirá también unos requisitos más altos de capital.

En el caso de que puedan captar depósitos, como los bancos tradicionales, las tecnológicas necesitarán una licencia bancaria homologada por el BCE. “Los depositantes online pueden mostrar comportamientos sensibles a los precios, siendo más probable una retirada de sus depósitos y un cambio hacia un competidor que pague tipos de interés más altos”, considera el BCE. La percepción de la institución es que los depósitos contratados online son más volátiles que los tradicionales, contratados en la sucursal bancaria.

Para aquellos que sí la necesiten, el BCE podría además exigir a sus accionistas un compromiso de financiar a la empresa durante un plazo de hasta tres años. Asimismo, les requeriría un testamento vital, es decir, un documento en el que se detalle cómo se enfrentaría a una posible quiebra.

Pero no todo son victorias para la banca tradicional, que ha visto como uno de los grandes campos de batalla, los ingentes datos de los clientes que han atesorado a lo largo de los años, pueden abrirse a terceros, siempre con el permiso de los clientes. La Comisión Europea acaba de aprobar una nueva regulación de los servicios de pago, una de las más controvertidas, que entrará en vigor el 13 de enero (aunque algunos elementos de seguridad no serán vinculantes hasta 2019 para dar tiempo a su adaptación).

De acuerdo con la nueva regulación, el titular de la cuenta debe dar su permiso para que pueda acceder a sus datos un tercero (la fintech) que desee ofrecer servicios de pago que eliminen la necesidad de una tarjeta de crédito o servicios que ofrezcan una descripción general de las diferentes cuentas y saldos.

En un guiño a los bancos, la regulación pone freno al denominado ‘screen scraping’, mediante el cual las fintech pueden obtener datos amplios sin que su identidad sea revelada al banco. Pero también hay un guiño para las fintech, ya que los bancos se verán obligados a darles acceso, bien mediante la adaptación de la interfaz de cliente, o mediante la creación de una nueva interfaz dedicada para firmas fintech.

“Estas nuevas reglas guiarán a todos los actores del mercado, viejos y nuevos, para ofrecer mejores servicios de pago a los consumidores al tiempo que garantizan su seguridad”, resumió el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, en un comunicado.

Más información