El estudio analiza los datos de 2023 de 11 entidades españolas firmantes de los Principios de Banca Responsable de la ONU. A pesar de que el sector ha mejorado significativamente en transparencia y calidad informativa gracias a las nuevas regulaciones, los resultados reflejan que la aplicación efectiva de estos criterios aún está en una fase inicial, especialmente en lo relativo a la interacción con clientes y usuarios.
La necesidad más urgente identificada es que los bancos mejoren en áreas como ayudar a clientes a reducir impactos negativos y aumentar positivos, así como en desarrollar incentivos adecuados que promuevan decisiones financieras más sostenibles.
Los bancos españoles han avanzado en ESG, pero la aplicación práctica sigue siendo un gran reto pendiente
Alineación con la Economía Real
En términos de alineación con los principios de la Global Alliance for Banking on Values (GABV), las entidades analizadas obtuvieron una calificación medio-baja con 45 puntos sobre 100, lo cual, pese a no ser un aprobado, representa una notable mejora frente a los 23,5 puntos del año 2023.
Entre las fortalezas, destacan aspectos como la baja proporción de activos morosos o de baja calidad y la favorable relación de financiación dirigida a pymes, autónomos y familias, mostrando así una contribución sólida hacia la economía real.
Incremento en financiación sostenible
Una de las tendencias más alentadoras señaladas en el estudio es el notable incremento en la financiación sostenible, especialmente en proyectos vinculados a la energía renovable y la eficiencia energética. Este dato refleja un avance significativo respecto a la anterior edición del informe.
Retos en la aplicación de la Taxonomía Verde Europea
No obstante, la banca española todavía enfrenta retos sustanciales en la aplicación efectiva de la Taxonomía Verde Europea. La proporción de flujos monetarios dirigidos a actividades sostenibles todavía no es predominante, siendo este un campo clave para futuras mejoras del sector.
Los resultados muestran, en definitiva, que aunque la banca española está en el camino correcto, necesita intensificar la aplicación práctica y real de los principios ESG para lograr un impacto transformador a largo plazo.