Antes del primer ladillo, el trabajo retrata un contraste evidente entre el discurso y la práctica: miles de anuncios, compromisos y planes corporativos frente a una inversión efectiva mínima en eólica, solar, hidroeléctrica o geotérmica. Esa brecha alimenta el debate sobre greenwashing y el papel que estas empresas deben tener en la política climática.
Un despliegue mínimo y desigual
El análisis, basado en datos independientes, revisa las 250 firmas que concentran el 88% de la producción mundial de hidrocarburos e identifica 3.166 proyectos únicos de eólica, solar, hidro, geotermia con algún grado de participación (directa, filiales o adquisiciones). El hallazgo clave: solo el 20% de esas grandes compañías tiene actividad en renovables y su peso agregado en la extracción de energía primaria es del 0,1%.
La huella renovable del sector es simbólica frente a su negocio fósil
| Indicador | Cifra |
|---|---|
| Compañías analizadas | 250 |
| Cuota de producción mundial cubierta | 88% |
| Empresas con algún proyecto renovable | 20% |
| Proyectos renovables identificados | 3.166 |
| Peso de renovables en su energía primaria | 0,1% |
Promesas climáticas frente a realidad operativa
En paralelo a estos datos, un conjunto relevante de grandes compañías ha anunciado objetivos de reducción de emisiones a 2030. Los autores y expertos consultados recuerdan que la contribución real a la descarbonización no debe medirse por el número de notas de prensa, sino por el volumen de combustibles fósiles que dejan bajo tierra.
La métrica decisiva es cuánto petróleo y gas se dejan de extraer, no cuántos anuncios ‘verdes’ se emiten
El primer firmante del trabajo, Marcel Llavero Pasquina, subraya que el despliegue renovable de estas compañías es “anecdótico” y que su evaluación debe centrarse en frenar la extracción fósil. En la misma línea, la académica Julia Steinberger considera que, pese a los eslóganes, la transición del sector hacia energías limpias “fracasa en lo esencial”.
Implicaciones para la gobernanza de la transición
Los resultados reabren el debate sobre la integridad de las políticas públicas cuando los principales emisores mantienen asientos privilegiados en mesas de decisión. La recomendación que emerge del estudio es clara: priorizar regulación, transparencia de inversiones y mecanismos vinculantes para alinear los anuncios con la realidad.
Evitar el greenwashing exige reglas claras, verificación y sanciones por incumplimiento
Más allá del relato, los números sitúan a la industria fósil como un actor cuyo compromiso con las renovables es, por ahora, marginal. Si se quiere acelerar la transición energética, las decisiones públicas deberán pivotar sobre métricas de reducción de extracción y despliegue limpio real, no sobre promesas.











