El último análisis de la AIE confirma que el mundo se enfrenta a un desafío estructural: la aceleración del declive en los campos de petróleo y gas. La creciente dependencia de recursos como el esquisto y las aguas profundas hace que la industria tenga que redoblar esfuerzos para sostener la oferta y evitar tensiones en los mercados energéticos.
La AIE estima que la tasa promedio anual de declive post-pico alcanza el 5,6% en el petróleo convencional y el 6,8% en el gas natural. En los campos que ya superaron su nivel máximo de extracción, que representan más del 80% de la producción mundial, las caídas se están acelerando.
La consecuencia inmediata es que las compañías se ven obligadas a destinar la mayor parte de su gasto de capital a sostener la producción. En la práctica, la industria corre más rápido solo para quedarse en el mismo lugar
Las cifras varían según el tipo de yacimiento. En Oriente Medio, los grandes campos terrestres muestran descensos inferiores al 2% anual, mientras que en Europa los yacimientos marinos más pequeños sufren caídas de más del 15% cada año. Los pozos no convencionales, como el esquisto, presentan declives todavía más abruptos, superando el 35% en el primer año de explotación.
Estas diferencias confirman que las zonas maduras, como el mar del Norte, requieren más inversión y presentan mayores riesgos de caída acelerada
Desde 2019, casi el 90% de la inversión global en producción de petróleo y gas se destina a compensar la caída de los campos existentes, y no a cubrir el aumento de la demanda. Para 2025, la AIE proyecta que la inversión upstream alcanzará 570.000 millones de dólares, con la mayor parte orientada a sostener la producción.
Año | Inversión upstream (millones de dólares) | Destino principal |
---|---|---|
2019 | 510.000 | Mantener producción existente |
2022 | 545.000 | Mantener producción existente |
2025 (estimado) | 570.000 | Mantener producción existente |
La AIE advierte que, si cesaran de inmediato las inversiones de capital, la producción mundial de petróleo caería un promedio del 8% anual, equivalente a unos 5,5 millones de barriles diarios menos cada año. En el gas natural, la reducción sería del 9%, es decir, 270.000 millones de metros cúbicos anuales.
Estas cifras implican que, sin un flujo constante de inversión, el mercado energético enfrentaría un déficit estructural que elevaría los precios y tensionaría la seguridad energética global
El informe confirma que el futuro del mercado energético dependerá de la capacidad de atraer capital a proyectos cada vez más complejos y costosos. El declive acelerado de los yacimientos amenaza con abrir un desequilibrio permanente entre oferta y demanda, lo que coloca a gobiernos y empresas ante la necesidad urgente de planificar más allá del corto plazo.
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