El sector manufacturero de España continúa enfrentando dificultades. En marzo, el índice de gestores de compras (PMI) se situó en 49,5 puntos, bajando desde los 49,7 del mes anterior. Esta cifra, que se mantiene por debajo del umbral de 50 que separa la expansión de la contracción, refleja la peor lectura desde principios de 2024.
El motivo principal de esta caída fue el desplome de los nuevos pedidos, que registraron su mayor descenso desde enero. Según los analistas de Hamburg Commercial Bank, la incertidumbre generada por los anuncios erráticos de nuevos aranceles estadounidenses ha enfriado la demanda, provocando que muchos clientes posterguen decisiones comerciales clave.
“Los encuestados informaron de una mayor incertidumbre por parte de los clientes tras los anuncios erráticos de los aranceles, lo que provocó un aplazamiento de los contratos”, explicó Jonas Feldhusen, economista de Hamburg Commercial Bank
Moderado crecimiento de la producción y contratación temporal
Pese a la caída de pedidos y la reducción de compras e inventarios, la producción industrial logró aumentar en marzo por séptimo mes consecutivo. No obstante, el ritmo de crecimiento fue modesto, y muchos fabricantes adoptaron una actitud prudente ante el incierto panorama económico.
En cuanto al empleo, se registró un leve incremento en las plantillas. Las contrataciones se centraron principalmente en cubrir vacantes o sustituciones temporales, sin que ello suponga una recuperación sostenida del mercado laboral en el sector.
Advertencia sobre futuros recortes en producción y empleo
El economista Jonas Feldhusen alertó que, de mantenerse esta tendencia, podrían producirse recortes generalizados tanto en la producción como en el empleo, siguiendo la estela de lo que ya está ocurriendo en otros países de Europa. La debilidad de la demanda subyacente se perfila como un factor de riesgo importante.
Presión a la baja sobre los precios en un entorno competitivo
En el ámbito de los precios, los costes de los insumos cayeron por segundo mes consecutivo, alcanzando su nivel más bajo desde noviembre de 2024. Sin embargo, la intensa competencia y la falta de nuevos pedidos limitaron el poder de fijación de precios de los fabricantes, lo que derivó en un aumento solo modesto de los precios medios cobrados por los productos finales.