Categorías: Tecnología

Johnson cede a las presiones de Trump y veta a Huawei de las redes 5G británicas

El Gobierno británico ha anunciado que prohibirá los equipos de Huawei en las redes inalámbricas de alta velocidad, un movimiento que supone una victoria para la Administración Trump y una reversión de su política anterior, que acentúa cómo la tecnología se ha situado en el centro del escenario de las divisiones entre China y EEUU.

En enero, el Reino Unido estableció que Huawei pudiera usarse en su nueva red 5G de forma limitada. Pero desde entonces, el primer ministro Boris Johnson se ha enfrentado a una creciente presión política para adoptar una línea más dura con Beijing. Según ha explicado el Ejecutivo británico, ha impuesto ahora la prohibición después de que las sanciones de EEUU imposibilitaran garantizar la seguridad de los equipos de la compañía china, forzando a comenzar a recurrir a otros proveedores para obtener componentes.

Las autoridades estadounidenses han pasado más de un año presionando a sus aliados para mantener a Huawei fuera de las redes de comunicaciones, advirtiendo de que la compañía es un representante de Beijing y una amenaza para la seguridad nacional. La administración Trump alentó el uso de otros fabricantes de equipos de telecomunicaciones, incluidos el sueco Ericsson y el finlandés Nokia. También amenazó con poner fin al intercambio de información de los servicios de seguridad e inteligencia.

Los críticos del gigante empresarial aseguran que Beijing podría usar los equipos del gigante empresarial para labores de espionaje o para interrumpir las telecomunicaciones, algo que Huawei niega de forma tajante.

El secretario de Cultura del Reino Unido, Oliver Dowden, ha asegurado en la Cámara de los Comunes que la decisión retrasará el lanzamiento de 5G y costará millones de libras, pero que tiene que hacerse. “Esta no ha sido una decisión fácil, pero es la correcta”, ha afirmado.

El Gobierno también ha enfrentado una cada vez mayor presión de los miembros de su propio partido para adoptar una línea más dura contra China, especialmente después de que Beijing adoptara el mes pasado una nueva ley para estrechar su control sobre Hong Kong, la ciudad semiautónoma que fue una colonia británica hasta 1997.

Ahora, las operadoras tendrán un plazo de siete años para eliminar los equipos de Huawei que ya están instalados en la red 5G del país y deben dejar de comprar esta tecnología después de diciembre. Mientras, el Gobierno ha optado por no ordenar a las empresas que prescindan de los equipos fabricados por Huawei en sistemas anteriores, como el 4G o 3G. Tal decisión habría causado estragos en los sistemas de telecomunicaciones del país. Pese a ello, se espera que la decisión añada costes significativos y demore el despliegue de 5G alrededor de dos años.

La empresa china ha reaccionado al anuncio señalando que son “malas noticias para cualquiera en el Reino Unido con un teléfono móvil”. Huawei ha asegurado que la decisión llevará al país a tener internet lento y profundizará la brecha digital.

“Lamentablemente, nuestro futuro en el Reino Unido se ha politizado. Se trata de la política comercial de los EEUU y no de la seguridad. En los últimos 20 años, Huawei se ha centrado en construir un Reino Unido mejor conectado», ha asegurado un portavoz de la compañía. Hasta ahora, Reino Unido había sido uno de los mercados más acogedores del grupo. De hecho, el mes pasado, anunció planes para gastar 1.000 millones de libras en un nuevo centro de investigación y desarrollo en Cambridge.

La experiencia británica muestra los desafíos a los que se enfrentan algunos países para moverse entre el antagonismo de EEUU y China, que muchos comparan con el que existía en la Guerra Fría con la URSS. A los estadounidenses les preocupa que el dominio del 5G sea un hito hacia la supremacía tecnológica china, que podría definir la geopolítica del siglo XXI. La alta velocidad del 5G y sus mayores capacidades convertirán a esta tecnología en una base de las industrias y en un motor de crecimiento económico.

Al avanzar con la prohibición, ahora los británicos corren el riesgo de sufrir represalias por parte de China, uno de sus mayores socios comerciales, en un momento en el que intenta elaborar una política económica más abierta fuera de la UE. El embajador de China en Londres, Liu Xiaoming, advirtió recientemente de que tendrán que “soportar las consecuencias” de tratar a China con hostilidad.

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C.M.

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