El moderado Enrico Letta ha tardado un minuto en anunciar su renuncia al presidente de la República desde que ha visto cómo sólo 16 de sus compañeros de partido le apoyaban al frente del Gobierno. El primer ministro italiano, el moderado Enrico Letta, ha cedido a la presión de sus propios compañeros de filas en el Partido Democrático (PD). Sólo un minuto después de que el comité de su partido aprobase por 136 votos a favor y sólo 16 en contra la necesidad de un nuevo Gobierno para Italia, el mandatario se ha apresurado a anunciar que presentará su renuncia al presidente de la República, Giorgio Napolitano.
A través de un presuroso comunicado, Letta ha explicado que “tras las decisiones adoptadas hoy por la dirección nacional del Partido Democrático, he informado al presidente de la República, Giorgio Napolitano, de mi voluntad de dirigirme mañana al Quirinale para presentar la dimisión como presidente del Consejo de Ministros”. Una rápida reacción al castigo de sus propios compañeros, liderados por el alcalde de Florencia, Mateo Renzi.
El edil florentino y también líder del PD fue aupado hasta el liderazgo hace tan sólo dos meses, y hoy no ha dudado en señalar la “necesidad y urgencia” de abrir una nueva fase en el Ejecutivo “hasta 2018” con el objetivo de “llevar a cabo las reformas necesarias”. Unas declaraciones, recogidas por el diario La Reppublica, en el cónclave de la formación a la que el propio Letta decidió no asistir tras reunirse con su jefe de filas para abordar sus encontradas posiciones.
La retirada del apoyo de Renzi y sus compañeros al equipo de Gobierno de Letta le hubiera dejado en minoría parlamentaria, devolviendo Italia a un escenario de imposible gobernabilidad. Sin embargo, hasta ahora el líder del PD ha rechazado en repetidas ocasiones la posibilidad de convocar unas elecciones anticipadas porque, según explicó, “no aseguran la victoria” de su formación. Más, señalan algunos analistas políticos, después de haber puesto en evidencia sus fracturas internas.
En el documento que recoge la votación contraria al todavía primer ministro, se dejaba descaradamente la puerta abierta a la dimisión al agradecer al político su “notable trabajo realizado al frente del gobierno ejecutivo de servicio, nacido en un momento delicado” para Italia. A renglón seguido se apelaba a la necesidad de un nuevo programa “abierto a las instancias representadas por las fuerzas sociales y económicas”.







