Tras alcanzar la tasa de paro un 3,5% en diciembre, el país alpino debate cómo reducir la inmigración en el país. Si la inflación es la cifra macroeconómica más terrorífica a la que se puede enfrentar Alemania, el paro es su equivalente en Suiza. Tras un aumento de tres décimas en el mes de diciembre, el número de desempleados en el país alpino cerró el año en el 3,5% de la población activa. En consecuencia, ya se han propuesto medidas antiinmigración.
La propuesta, presentada estos días ante el Parlamento del país, consiste en reducir drásticamente o suprimir directamente la seguridad social de aquellos ciudadanos de la Unión Europea que, afincados en el país, se encuentren buscando trabajo sin tener ninguno.
Todavía no se conocen los detalles –las cifras, los períodos temporales, etcétera-, que serán debatidos durante los próximos meses. Lo que sí se sabe es que en Bruselas esta iniciativa ha sentado mal. Sin ir más lejos, el presidente de la Comisión, Jose Manuel Durao Barroso, ha calificado las medidas de este tipo de “chovinistas”.
Una parte de la población local parece culpar, a juzgar por un editorial aparecido en el diario Neue Zuercher Zeitung, a los extranjeros del aumento del paro en diciembre. De hecho, en tres semanas el país celebrará un referéndum propuesto por el Partido Popular suizo –una formación vinculada a la extrema derecha europea- con la intención de saber si la opinión pública está a favor de introducir peajes migratorios a otros ciudadanos europeos.
Suiza cuenta con cerca de dos millones de inmigrantes. Más de un millón procede de otros países de la UE.






