François Hollande tiene un problema mayúsculo por delante: convencer a la ciudadanía francesa de que debe seguir asumiendo recortes sociales desde una credibilidad cada vez más dilapidada por las circunstancias. ¿La última? Jerome Cahuzac, el ministro de Presupuestos, tuvo que dimitir a finales de marzo tras reconocer tener en su haber cuentas en paraísos fiscales. Cahuzac era el hombre de Hollande para luchar contra la evasión fiscal.
El problema del líder socialista es que no tiene tiempo para recuperar parte de la popularidad que ha ido perdiendo en los últimos meses. El próximo 15 de abril tiene que presentar ante la Comisión Europea un plan económico que incluya más esfuerzos por parte de la población francesa, y ésta no está muy por la labor de escuchar más arengas que consistan en apretarse el cinturón.
El caso de Cahuzac data de diciembre del año pasado cuando el sitio Internet Mediapart había revelado una grabación, atribuida a Cahuzac en el año 2000, en la que una voz admite tener una cuenta secreta en Suiza, en UBS, «que no es el banco mejor escondido del mundo». Un análisis científico ha determinado que la voz corresponde muy probablemente a la de Cahuzac, lo que ya habían manifestado otros testimonios.
Según otro testimonio recogido por las autoridades, la cuenta suiza era alimentada por laboratorios farmacéuticos. Según la prensa, Cahuzac trabajó como consultor para la industria farmacéutica, en particular sobre temas relacionados con la política de los medicamentos, después de haber trabajo para el gabinete del ministro de Salud Claude Evian, entre 1988 y 1991. Según Mediapart, la cuenta suiza de Cahuzac, cirujano de 60 años de edad, habría sido cerrada en 2010 y los fondos habrían sido transferidos a Singapur mediante un complejo montaje financiero.







