La dramática situación de Grecia obliga al Bundesbank a replantearse su discurso

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La dramática situación de Grecia obliga al Bundesbank a replantearse su discurso

Sede del Bundesbank

El pasado jueves una enfermera de 36 años subía hasta el sexto piso de un edificio ubicado en Pangrati, una barriada de Atenas. Era mediodía. Pocos minutos después, los medios de comunicación locales advertían a la población de que un nuevo suicidio había tenido lugar en la capital del país; la mujer se había arrojado al vacío. El drama heleno, no obstante, empieza a generar cierta empatía en una de las instituciones más temidas desde el comienzo de la crisis del euro: el Bundesbank.

El presidente del banco central alemán, Jens Widmann, reconoció el pasado viernes que está abierta la cuestión sobre una nueva quita de la deuda griega. Aunque ha matizado, como no podía ser de otra manera a juzgar por su trayectoria, que una medida así sólo tendrá sentido después de las reformas que debe llevar a cabo el gobierno que lidera el conservador Antonis Samarás. El Bundesbank ha adquirido durante estos últimos años mucha relevancia en las discusiones en torno al futuro del euro al ser un fiel paladín de las políticas de austeridad que quiere para la periferia europea la canciller Angela Merkel.

Las palabras de Weidmann -que realizó estas declaraciones al periódico alemán Süddeutsche Zeitung– contrastan con las que él mismo pronunció hace poco más de un año: “Grecia consume mucho más de lo que genera, el presupuesto público acusa déficit elevados. Mientras no se modifique esto, ni siquiera una quita de deuda aportaría una mejora”. Desde aquel pronunciamiento, Atenas ha logrado realizar una condonación de sus bonos y, según el propio Weidmann, ya va camino de la segunda.

“Una quita por sí sola no arregla los problemas”, dijo en esta ocasión Weidmann, que esta vez no quiso negar la posibilidad de si, tras la implantación de los ajustes y reformas en Grecia, tendría sentido una nueva reestructuración de la deuda. Lo que sí dijo el presidente del Bundesbank es que Grecia precisará “más tiempo que otros países” para implementar el nuevo paquete de ajustes y reformas al que se ha comprometido a cambio de recibir más dinero de los rescates ya apalabrados, y cuyo valor total asciende hasta los 240.000 millones de euros.

El pasado mes de marzo las autoridades griegas, tras mantener unas intensas negociaciones tanto con las instituciones europeas como con los acreedores privados del país, confirmaron que muchos de estos últimos -en torno al 85%- habían aceptado no cobrar la totalidad de lo que Atenas adeudaba. Es decir, que Grecia veía condonados de golpe alrededor de los 100.000 millones de euros. Todo parece indicar que la historia se volverá a repetir en algún momento del año 2013.

Cada vez son más los expertos que opinan sobre las posibles soluciones para el país mediterráneo. Una de las teorías más abrazadas defiende que Grecia siga recibiendo tramos de sus rescates mientras al mismo tiempo va implantando recortes, con la condición, además, de que su deuda sea parcialmente perdonada en los momentos más críticos de la crisis. De lo contrario, advierten estos mismos analistas, el futuro de Grecia dentro del euro debería ser puesto seriamente en duda.

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