Faltan unas 24 horas para que comience la jornada electoral en EEUU. Hay dos candidatos aspirando a obtener la presidencia de la nación más poderosa del mundo durante los próximos cuatro años: el demócrata Barack Obama, que ya la ha tenido durante los últimos cuatro, y el republicano Mitt Romney, que llega como novato. A Bloomberg parece importarle poco el resultado de la contienda; le preocupa lo que pase después. Y en concreto, lo que pase después con Wall Street.
En una columna que ha sido recomendada desde diversas bitácoras de prestigio financiero, como ZeroHedge, el ex banquero y autor de libros tan populares dentro del entramado financiero como «Money and Power: How Goldman Sachs Came to Rule the World» o «House of Cards», William D. Cohan, ha pedido a quien quiera que gane este 6 de noviembre las elecciones que se acerque al sector financiero. «No hay que pretender que el problema no existe», ha explicado el experto, «los lazos con Washington deben mejorar».
Cohan propone que el próximo líder de EEUU trace una estrategia de acercamiento que consistiría en tres pasos. El primero lo tendría que dar Washington, y se trataría de convocar una reunión –»en Camp David si gana Obama o en Bretton Woods si gana Romney»- durante un fin de semana de diciembre. En ella se verían las caras los principales banqueros y ‘brokers’ de Wall Street, junto a sus asesores, y el equipo del Gobierno. «Sé que será doloroso, sobre todo si Obama es reelegido», argumenta Cohan, que sin embargo considera este primer paso fundamental para poder abordar los dos siguientes.
¿Y en qué consistirían los dos pasos siguientes? En un pacto de caballeros, básicamente. Las autoridades se comprometerían, por su parte, a permitir que la banca y los grandes fondos de inversión puedan asumir más riesgo del que establecen las nuevas normas que han entrado en vigor recientemente o van a hacerlo en breve. Por su parte, Wall Street se comprometería a no pedir ayuda si la jugada sale mal.
«El Gobierno debe dejar que los barcos se hundan, eliminando el concepto de ‘too big too fail’ [‘demasiado grande para dejar que caiga’]. Hay que dejar que todo banco o fondo sea consciente de que si se mete en problemas no recibirá ayudas, aunque se le acuse de encerrar riesgo sistémico», expone Cohan. Y prosigue: «Hay que coger a los 400 banqueros, ‘traders’ y directivos de toda compañía importante de Wall Street y exigirles que anoten como garantía del riesgo que decidan correr sus fortunas personales: sus casas, sus pisos, sus fincas de fin de semana, sus colecciones de arte, sus inversiones, etcétera».
A su vez, el Gobierno debe poder –y debe, a secas- perseguir a aquellos ejecutivos que se hayan comportado con demasiada irresponsabilidad, generando ellos solos con sus movimientos y operaciones crisis que van más allá del aspecto local o sectorial.
Cohan, en su columna, dice ser consciente de que tanto para un bando –el Gobierno- como para otro –la industria financiera- todas estas conversaciones, discusiones y posibles acuerdos pueden acarrear la apertura de heridas aparentemente cicatrizadas. Pero añade que la confianza debe volver. Debe volver a Wall Street. Y debe volver para los ciudadanos que ahora temen, o en el peor de los casos odian, a Wall Street. Debe volver para generar un equilibrio sano, sin rencillas y con las reglas del juego claras. Y por eso desde Bloomberg pide a Obama o a Romney, al que sea, que reserve en su agenda presidencial un fin de semana de diciembre. Toca ir de excursión con los peces gordos.
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