El futuro de Grecia sigue en el alero, a pesar de las declaraciones efectuadas en los último tiempos por varias autoridades europeas que apuestan ahora por que el país heleno se mantenga en el euro. Pero la crisis ha dado otro giro y ha provocado un duro enfrentamiento entre Alemania y el FMI.
Como consecuencia de las posturas enfrentadas entre Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo, y Angela Merkel, la canciller alemana, la ‘troika’, el férreo grupo que vigila el cumplimiento de los acuerdos en los países rescatados, se ha dividido, con el FMI en un extremo y Bruselas y el BCE en otro.
Para el Fondo resulta inevitable avanzar en una nueva reestructuración de la deuda. Un recorte con el que los acreedores asuman pérdidas, que deje la carga en cifras sostenibles para Grecia. Pero el BCE se niega, porque tendría que anotarse unas pérdidas de 50.000 millones de euros en ese proceso.
A cambio, Alemania pretende que Grecia recompre su deuda en los mercados secundarios y use parte del dinero del rescates europeo en esa tarea. Entre otros motivos, porque un nuevo recorte de la deuda pública helena resultaría fatal para los bancos alemanes.
