Danger…

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Los tentáculos de la crisis de deuda griega cada vez parecen ser más extensos. Si la semana pasada era el próximo presidente del BCE, Mario Draghi, el que advertía de que los productos derivados de esa deuda convertían las consecuencias de una quiebra del país en un auténtico desastre financiero, ahora son los fondos de pensiones y de activos del mercado monetario -en donde depositan sus ahorros muchas familias afincadas en países desarrollados- los que podrían verse salpicados por una declaración de impago de Atenas.

El miedo de estos inversores institucionales ha llegado hasta tal punto que el prestigioso rotativo The New York Times ha decidido dar la voz de alarma ante la posibilidad de una quiebra técnica helena que ayer el Parlamento griego evitó por tan sólo cuatro votos. Según el diario neoyorquino, aunque desde que comenzó la crisis de deuda europea estos fondos han recortado sus inversiones en los bancos griegos, irlandeses, portugueses y, ya en menor medida, españoles e italianos, aún mantienen una enorme exposición a la banca francesa y alemana.

¿Cuál es el problema entonces? Pues que los bancos franceses y alemanes son los más expuestos a la deuda griega, según los datos del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés). Ello significa que si Grecia se declara incapaz de afrontar sus pagos -algo que si bien finalmente no sucedió ayer podría suceder perfectamente dentro de uno o dos meses dada la desconfianza de los mercados, según los expertos consultados por EL BOLETÍN- las cuentas de las principales entidades de estos dos países se verían seriamente afectadas.

Y en consecuencia, según el periódico de Nueva York, también se verían afectados los más de 50 millones de familias estadounidenses que han depositado su confianza en las gestiones de este tipo de fondos de inversión, históricamente caracterizados por una clara tendencia conservadora y alejada del riesgo.

Según los datos de esta industria, que mueve 1,2 billones de dólares en activos, más del 50% de esta cantidad se encuentra depositada en los bancos europeos incluso después de las retiradas de capital de la banca griega, irlandesa y portuguesa, principalmente.

No obstante, la alarma que ha comenzado a sonar en EEUU no se ha trasladado, de momento, a Europa. Según Ángel Martínez-Aldana, director general de Inverco (la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones), esto se debe a las diferencias de tamaño entre un mercado y otro, siendo el estadounidense mucho más grande.

Además, este experto ha comentado a este medio que en Europa apenas hay fondos de pensiones o del mercado monetario que mantengan una exposición superior al 10% de su tamaño en un sólo sector, incluido el bancario. “La normativa europea impide a los fondos invertir más de un 5% de su tamaño en un solo emisor, bajo el riesgo de ser penalizados por ello”, ha explicado Martínez-Aldana. Lo que trata de conseguir así Bruselas es no concentrar el riesgo en determinados sectores o incluso emisores. Algo que, para el responsable de Inverco, por el momento se ha conseguido.

En cualquier caso las advertencias surgidas desde los gestores de ahorros estadounidenses han abierto un nuevo frente al que ya formaban los propios bonos griegos en sí y los productos derivados de los mismos, y en particular los CDS (seguros contra el impago de ésta). La ecuación actual es que si Atenas dice que no paga, los bancos con mayor número de bonos griegos no cobran, y ello elevará enormemente los costes de los CDS que en teoría aseguran ese cobro, lo cual afectará gravemente a las cuentas de las aseguradoras que los avalan mientras que, a su vez, esos bancos que no han cobrado los bonos griegos tendrán muchas más dificultades para pagar a los fondos de pensiones y del mercado monetario que han invertido en ellos.

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