Silicon Valley desata la fiebre inversora

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Silicon Valley desata la fiebre inversora

Silicon Valley ha desatado una nueva ‘fiebre del oro’ entre los inversores. Las firmas de capital se pelean por las empresas de reciente creación más populares, unas compañías que ahora pueden permitirse el lujo de elegir entre una oferta muy variada de inyecciones en efectivo.

Todos quieren invertir en Silicon Valley. Uno de los ejemplos más recientes, según el rotativo estadounidense ‘The Wall Street Journal’ (WSJ), es el de la firma Uber, una aplicación que permite a los usuarios pedir un taxi a través de un mensaje de texto enviado desde el teléfono móvil. Su creador, Travis Kalanick, presentaba su plan de negocios en las oficinas de Benchmarck Capital cuando se excusó unos minutos para llamar por teléfono a otros tres potenciales inversores. Algo que no sentó muy bien a los responsables de Benchmarck.

Según parece, los socios de este fondo recriminaron a Kalanick su actitud y negociaron con rapidez para no perder esta oportunidad de negocio. Dos días después de la reunión, Benchmarck desembolsó casi 12 millones de dólares por una participación de 20% en Uber, lo que valora la empresa en unos 60 millones de dólares.

La fuerte competencia entre los inversores ha generado una ola de envidia y comentarios malintencionados, y ha convertido a la industria tecnológica en el centro de las nuevas maniobras de poder, donde priman las enemistades personales y las pugnas territoriales entre banqueros de Wall Street, especuladores multimillonarios y veteranos de la inversión de capital de riesgo.

Este ambiente es similar al de 1995, cuando la salida a bolsa de Netscape desató el furor por las puntocom, lo que desembocó en la burbuja tecnológica. Una burbuja que reventó en el año 2000 y que provocó la quiebra de un gran número de empresas. Por ello, muchos se preguntan ahora si el auge de las firmas de Silicon Valley es sustentable, y sólo hay una respuesta: el tiempo lo dirá.

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