Los especuladores, dispuestos a mantener la presión sobre la eurozona

Internacional

Los especuladores, dispuestos a mantener la presión sobre la eurozona

En un año plagado de medidas de austeridad, altos índices de desempleo, subidas de impuestos y, a consecuencia de todo ello, importantes protestas sociales, a los especuladores les ha ido bien. Han incrementado sus operaciones, han elevado sus ingresos y, según un informe publicado en noviembre por UBS, “aún hay hueco para más fondos de alto riesgo en esta industria”. Pero en el segundo año de crisis les puede ir aún mejor.

El próximo 14 de enero se celebrará el primer aniversario de la crisis de deuda de la eurozona. Y el escenario que se perfila en 2011 es similar al de este año. Sólo cambiarán los protagonistas: Grecia e Irlanda por España e Italia: economías de mucho mayor tamaño que cada vez tienen más complicado escapar de las prácticas especulativas. Portugal no cuenta: ya ha recibido la extrema unción.

El 30 de diciembre de 2009 (es decir, hace 364 días), los bonos soberanos a diez años griegos ofrecían una rentabilidad del 5,72% tras haber declarado el primer ministro del país, el socialista George Papandreou, el estado de emergencia. Si se tiene en cuenta que ese porcentaje en deuda soberana es una de las cifras determinantes a la hora de aprobar un rescate financiero, España debería comenzar a preocuparse. Porque actualmente ofrece una rentabilidad del 5,50% en sus papeles del Tesoro.

Pero el de España no es un caso aislado. Italia, potencia que pertenece al selecto club del G 8, también tiene motivos para mentalizarse de que los próximos doce meses serán complicados. Irlanda, el segundo país de la euro zona en ser rescatado tras Grecia el año pasado, ofrecía un rendimiento del 4,83% las Navidades pasadas. Italia ofrece hoy un 4,78%.

Con este escenario delante, los especuladores financieros no van a dejar pasar la oportunidad de, quizás, doblar o triplicar su negocio de 2010 ante la precaria situación de dos economías de semejante envergadura. Lo que demuestra que ya a nadie parece interesarle el déficit público, principal argumento que se utilizaba hace doce meses para establecer qué economías iban hacia la quiebra y sembrar así la desconfianza en los mercados.

Hace un año, cuando la rentabilidad de la deuda española era similar -algo más elevada, quizá- a la de Alemania (que se considera entre los inversores un valor refugio), el déficit público del país superaba con creces el 10% y rozaba el 11%. Tras un año en el que se han anunciado fuertes medidas de austeridad y se ha logrado reducir el gasto público al 9,6%, el riesgo del país se ha disparado a la par que la capacidad de hacer frente a los pagos, en teoría, aumenta.

Casos como el español dan a entender, según algunos expertos, que tras sembrar los especuladores la incertidumbre en los mercados ahora, en estado de pánico, éstos son incapaces de reaccionar ante las evidencias de que los riesgos de impago disminuyen.

También ha colaborado en la labor de los especuladores -como ellos mismos han reconocido a EL BOLETÍN en varias ocasiones- los políticos europeos, que lejos de adoptar medidas que apuesten por la consolidación fiscal de la euro zona, han optado por anteponer los intereses nacionales de cada uno de ellos.

Las consecuencias que esta actitud puede tener en los próximos meses la describe, de forma velada, un informe que un banco de inversión suizo envió a una serie de ‘hedge funds’ con intereses en Europa a principios de diciembre: “Seguimos pensando que la crisis de deuda que ha sufrido la euro zona todavía no ha supuesto el suficiente castigo como para que las autoridades tomen las decisiones realmente duras y definitivas”. En otras palabras, que el negocio sigue abierto mientras la división de fuerzas gobierne Bruselas.

Por tanto, muchos reputados analistas, como Irwin Stelzer, del diario The Wall Street Journal, se preguntan a voz en grito cómo es posible que Angela Merkel, la canciller alemana, Nicolas Sarkozy, el presidente francés y sus homólogos europeos sólo hayan podido llegar a un acuerdo de última hora sobre construir “una estructura sin especificar que recauda una suma de dinero sin especificar para pagar una parte sin especificar de las necesidades financieras de Europa”. Pero otros, que piensan seguramente en clave maquiavélica, han apuntado a que “Merkel salva donde Josef Ackermann, consejero delegado del Deutsche Bank, dice que lo haga”. En otras palabras, que los rescates financieros que hasta ahora han tenido lugar y en donde Alemania -como no podía ser de otra forma dado su potencial económico- ha jugado un papel primordial, no estarían buscando salvar la euro zona. Eso es un aspecto colateral. Un premio adicional que se llevan los europeístas.

El principal objetivo es salvar a las endeudadísimas entidades alemanas, que según los datos del Banco Internacional de Pagos (BIS) del segundo trimestre de 2010 tienen 512.700 millones de dólares (unos 388.500 millones de euros) de exposición a las economías de Grecia, Irlanda, Portugal y España.

De este modo, y si se sigue esta ecuación, en 2011 Portugal, España y probablemente también Italia, tanto por la rentabilidad de su deuda como por la exposición de la banca alemana a sus economías, serán las potencias a rescatar. Pero existe un problema que, si bien en Bruselas no parece haber sido estudiado, ha puesto sobre la mesa el FMI: la economía lusa vale, pero España e Italia son demasiado grandes como para ser salvadas.

En palabras enunciadas por el gestor de un fondo de inversión alternativa ajeno a la UE: “O Europa logra la consolidación fiscal o la eurozona quebrará”.

Más información