¿Quiénes son la Alternativa para Alemania?

Alemania

¿Quiénes son la Alternativa para Alemania?

Líderes del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD)

El partido xenófobo y racista se asienta en el mapa político alemán recibiendo el voto de un gran espectro político. Europa ya ha dejado de dar avisos, y lo que ahora ofrece son dosis de amarga realidad. Amanecer Dorado abrió un camino que el Frente Nacional siguió después, y hoy es Alternativa para Alemania la nueva ‘guest star’ de la extrema derecha europea. En marzo de este año ya avisó que no iba en broma en las elecciones que hubo en varios Estados de Alemania, donde alcanzó porcentajes que le situaron como tercer partido más votado. Pero es ahora cuando la insurgencia ha llegado a Berlín y la gente se pregunta por qué.
 
Su nacimiento, en 2013, al calor de la crisis institucional del euro y los rescates a varios países dista bastante de las máximas que le han aupado al ‘poder’. Si hace tres años era la salida del euro – y la vuelta al marco –  su gran baza electoral, esta vez es el discurso antiinmigración, racista y xenófobo lo que ha motivado sus excelentes resultados. La denominada ‘crisis de los refugiados’ ha sido la bandera de este partido, que ha utilizado la fracasada – pero generosa (en comparación con la UE) – política de asilo emprendida por Ángela Merkel como arma arrojadiza contra la canciller y su gran coalición. De esta manera ha encontrado un sector electoral hasta ahora inexplorado desde tiempos de la segunda Guerra Mundial, que es el ubicado a la derecha del CDU y CSU de Merkel y su aliado bávaro, respectivamente.
 
Alternativa para Alemania ha visto crecer su apoyo mientras los partidos del gobierno han visto decrecer el suyo. Al de Merkel, que toca mínimos desde que llegó al poder, se le une el SPD, lo socialdemócratas aliados de gobierno. No obstante, la pérdida del SPD no es tan pronunciada como la de los otros dos partidos institucionales, por lo que se presenta como una opción bastante plausible para gobernar el país a partir de las elecciones federales de septiembre de 2017. Eso sí, es probable que para gobernar haya que explorar nuevas fórmulas de gobierno, y no se descarta que pueda construirse una mayoría de izquierdas, como posiblemente ocurra en Berlín, entre los socialdemócratas, los verdes y Die Linke, que junto a Alternativa para Alemania han sido los grandes vencedores de estas elecciones. Más malas noticias para Angela Merkel.
 
El ejemplo de Alternativa para Alemania, unido al de Grecia, Francia o Reino Unido en el Brexit, refleja cómo se está produciendo un desplazamiento del espacio político central hacia fuerzas limítrofes. El centro se está despoblando en detrimento de los márgenes – extremos – políticos.
 
El partido de extrema derecha alemán no sólo ha conseguido recoger el testigo antimigración e islamofóbico de la ultraderecha europea en Alemania, sino que ha conseguido convencer a personas procedentes de todo el espectro político. Es cierto que Alemania lleva décadas promediando un 20% de antisemitas y un 25% de racistas dentro de su población. Sin embargo, esta formación ha conseguido convencer – además de a los nazis del NPD – a otros que no tenían, a priori, nada que ver con el racismo o la xenofobia.
 
Por ejemplo, a los ecologistas del Estado de Baden-Württemberg, donde Los Verdes ganaron pero cedieron cerca de 70.000 votos a Alternativa para Alemania. Su fuente principal de éxito son los Estados del este, donde existe un paro y una desigualdad estructural tan latente que su mensaje irredento y populista permea con facilidad. Sin embargo, el hecho de ser la tercera fuerza en Baden- Württemberg y en Renania-Palatadino, Estados ricos con muy poco paro, desvela que su éxito va más allá del este deprimido.
 
Además, su mensaje ha convencido a muchos abstencionistas y primeros votantes. Es un partido que se ha instaurado como partido protesta de los partidos tradicionales, consiguiendo seducir a quien busca una alternativa al status quo actual. Muchas personas se han acercado a este partido sin considerarse a sí mismas como personas de extrema derecha, sino como “ciudadanos preocupados”, tal y como se autodefinen muchos de sus militantes.

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