«Como zombis»: Alarma en Nueva York por la proliferación del «K2»

«Como zombis»: Alarma en Nueva York por la proliferación del «K2»

Marihuana sintética

La preocupación aumenta. El «K2» es barato, fácil de producir y difícil de controlar. El calor es sofocante en el cruce entre Broadway y Myrtle Avenue, en el barrio neyorquino de Brooklyn. Cada par de minutos aparece un traqueteante metro, que en este tramo va por la superficie. A ambos lados se amontontan sucursales bancarias, cadenas de comida rápida y salones de belleza entre viviendas sociales, mientras que desde los vehículos que pasan por la calle suena rap y, cada tanto, un olorcillo a basura inunda las aceras.

El cruce es tristemente conocido en la ciudad como escenario de lo que podría parecer una película. Decenas de personas se tambalean por la zona sin expresión alguna en su rostro, «como zombies«, afirman los vecinos. ¿El motivo? Una droga llamada «K2«, marihuana sintética. Para su fabricación se utilizan hojas secas que no son de marihuana, mezcladas con químicos y envueltas en pequeños paquetitos que se venden con nombres como «Spice», «AK-47», «Geeked up», «Smacked», «Green Giant Scooby Snax», «Red Giant», «Mr. Bad Guy», «iBlown» oder «Trippy».

Hace tiempo que las autoridades estadounidenses están preocupadas por la proliferación del «K2». Según el Gobierno neoyorquino, más de 6.000 personas han acabado en el hospital desde comienzos de 2015 por consumir marihuana sintética. Dos de ellos murieron. «Las sustancias químicas del ‘K2’ y su potencia varían según el paquete, por lo que sus consecuencias son imprevisibles. Es posible que tras consumirlo uno se sienta bien pero la siguiente vez enferme. Un consumo regular puede desembocar en adicción y síndrome de abstinencia».

Ahora parece que el problema se ha descontrolado: a comienzos de julio, 130 neoyorquinos ingresaron en hospitales por sobredosis de «K2» en sólo tres días, casi tantos como en todo el mes de junio. Pocos días después, fueron 33 de golpe. Según las autoridades, podría deberse a una «entrega especialmente mala» de la droga, pues hasta entonces las cifras de ingresos habían retrocedido de manera continuada.

La preocupación aumenta. El «K2» es barato, fácil de producir y difícil de controlar. Nadie sabe con certeza dónde se fabrica exactamente ni cuáles son sus componentes químicos. Se distribuye ilegalmente a través de una red de quioscos y se consume fumada. Ante esta situación, las autoridades, tanto de la metrópolis como del estado de Nueva York, se proponen perseguirla con más firmeza.

Así, el senador Chuck Schumer anunció una nueva ley que ilegalizaría algunos de los químicos hasta ahora legales utilizados para producir «K2». La Policía de Nueva York ha reforzado el control de los quioscos en torno al cruce de Broadway y Myrtle Avenue y tiene una mayor presencia en la zona. A ellos se suman algunos vecinos que han decidido emprender también la lucha contra el «K2».

«Huele por todas partes», afirma Jason Reis, que gestiona un pequeño jardín cerca del cruce. «Y también se ve cómo se comporta la gente. Fuman con todo descaro. Estamos hartos», añade citado por «The New York Times». Con la ayuda de varios colegas, ha colgado carteles en la verja del jardín y los bancos de alrededor. «Aquí no está permitido fumar K2», se lee.

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