Los republicanos vinculan a Clinton con Lucifer en el acto de nominación de Trump

Primarias EE.UU.

Los republicanos vinculan a Clinton con Lucifer en el acto de nominación de Trump

Hillary Clinton, candidata demócrata

La Convención Nacional Republicana marca el tono de una campaña que los prebostes del partido apuestan por convertir en un referéndum sobre la exsecretaria de Estado La Convención Nacional Republicana que se está desarrollando durante esta semana en Cleveland alcanzó ayer uno de sus hitos con la nominación formal de Donald Trump como  candidato presidencial del partido del elefante, conforme a lo esperado. Pero es ya un lugar común en este peculiar año electoral que cuando el multimillonario magnate de la construcción anda de por medio difícilmente las cosas pueden transcurrir por los caminos de la política convencional.

La nominación de Trump y de su candidato a vicepresidente, Mike Pence, se realizó sin mayores sobresaltos después del fracasado intento de boicot del lunes, mediante el cual algunos delegados rebeldes, pretendieron cambiar las reglas del partido para cambiar su obligación de votar al magnate, conforme al proceso previo de primarias. Sin embargo, toda la tensión que se concentró en esas maniobras hace dos días se desplazó ayer hacia el centro del atril.

Así, la gran nota característica de ayer, fue la de esa misma hostilidad del lunes; pero en esta ocasión dirigida hacia la virtual candidata demócrata: Hillary Clinton. Algo que sin duda no ayudará a disipar la imagen de los republicanos como plataforma de la protesta y la confrontación; muy alejado de la imagen de partido de las ideas que intentó difundir en la Convencion Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes y máxima autoridad republicana de Estados Unidos.

Pero hay algo peor y es que esa imagen de plataforma de protesta no sólo da cada vez más muestras de haber perdido todo contacto con la realidad, sino que tampoco se molestan en ocultar que responde a un evidente desquicie de unos representantes cuyas declaraciones son cada vez más una competición por ver quien puede lograr la más desaforada. Y, por una vez, esa competición no la ganó Trump.

Ben Carson, quien también fue candidato en unas primarias en las que fue acusado por Trump de pederastia, vinculó a Clinton nada menos que con Lucifer.  El neurocirujano señaló que uno de los “mentores” de Clinton a los que ella admira y en los que basa su filosofía de vida, Saul Alinsky, reconoce en uno de sus libros al diablo como “el radical original que conquistó su propio reino”.

Tan singular ataque no fue producto del fragor del momento, sino que Carson lo racionalizó contraponiendo a Clinton a una “nación cristiana cuya Declaración de Independencia se refiere a los inalienables derechos recibidos de nuestro creador” e hizo referencia al lema “una nación bajo Dios”. Una justificación que volvió a utilizar posteriormente en una entrevista en la CNN.

De esta forma, Carson ha provocado reacciones que van desde la indignación a la hilaridad, como la manifestada por el escritor Salman Rushdie. El autor de “Los Versos Satánicos”, obra que le valdría una fatwa en la que el ayatolá Jomeini pedía su muerte, ha señalado así que el neurocirujano no es capaz de distinguir el humor o la ironía.


Sin embargo, tras las palabras de Carson sí hay una estrategia política de fondo que no es sólo la suya. La Convención Nacional Republicana parece apostar no tanto por resaltar las capacidades de su candidato, sino de convertir las elecciones presidenciales en un referéndum sobre Hillary Clinton.

Después de todo, se ha escrito hasta la sociedad que las elecciones de este año no se decidirán tanto por quién es el mejor candidato, sino por quien provoca menos rechazo. Una valoración que se ve respaldad por la poca simpatía con que la mayoría de la población contempla a los dos principales contendientes, en niveles récord de desaprobación.

Así se explica también la intervención de ayer de Chris Christie quien se dedicó a acusar a Clinton de inflamar el mundo con “violencia y peligro” con su “mal juicio” como exsecretaria de Estado, de equivocarse en los acuerdos económicos que logró con China, “de hacer grandes concesiones a los hermanos Castro en Cuba” y de contribuir a un acuerdo con Irán que definió como “el peor tratado nuclear en la Historia”.

Y mientras formulaba cada una de estas acusaciones, el gobernador de Nueva Jersey se dedicaba a animar a una ya enfervorizada audiencia que profería gritos pidiendo “encerrar” a Clinton mientras Christie preguntaba: “Culpable o no culpable”. Ya se pueden imaginar la respuesta. También, por si quedaba alguna duda, que la proclamación de Turmp no será el tradicional punto de pivote hacia la conquista del electorado moderado conforme se acerca la carrera presidencial. Y es que sí: el neoyorquino ha roto todas las reglas.

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