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Trump prevé acabar con las maniobras republicanas esta noche

El magnate parte como favorito para imponerse en un Estado que, de caer de su parte, alejaría el escenario de una convención dividida El suspense de la nominación republicana a la Casa Blanca podría estar cerca de llegar a su fin. Después de los magníficos resultados de la semana pasada de Donald Trump, una nueva victoria hoy le acercaría aún más a los 1.237 delegados.

O lo que es lo mismo, evitaría la «convención dividida» a la que aún se agarra desesperadamente el aparato republicano como única posibilidad ya de apartar de la nominación al neoyorquino. Sin embargo, como el propio Donald Trump ha declarado, «si ganamos en Indiana, esto habrá acabado».

Y es que si, hasta hace tan solo dos semanas, este Estado parecía imprescindible para que el neoyorquino consiguiese llegar a los 1.237 delegados; sus resultados por encima de las expectativas de la semana pasada le permitirían una derrota. Una evolución contraria a la que de sus rivales que, ahora, necesitan esta victoria con desesperación.

Tanto es así, que incluso los dos que aún quedan en liza, el senador por Texas, Ted Cruz, y el gobernador de Ohio, John Kasich intentantaron coaligarse contra Trump. Pero, en la tónica característica de estas primarias en todo lo que tenga que ver con el ‘aparato’ del partido del elefante, lo hicieron con muestras evidentes de descoordinación.

También, a juzgar con las encuestas, con éxito nulo. Así, un sondeo elaborado por la cadena «NBC» y «The Wall Street Journal» pronostica un 49% para Trump frente a un 34% para el senador por Texas.

Es decir, justo cuando la coalición Kasich-Cruz se supone que debía entrar en vigor, el magnate neoyorquino registra porcentajes de intención de voto a la altura de sus mejores reultados. Tanto es así, que casi le bastarían para ganar por si mismo aunque el resto del voto se unificase en un solo candidato.

Una convergencia de voto que, por otra parte, no tiene visos de producirse, como ya se intuyó en las primarias de la semana pasada. Y es que la única colación anti-Trump que parece haber funcionado en las primarias republicanas ha sido la de las principales figuras del partido.

Pero probablemente ello incluso haya sido contraproducente dado el clima de indignación entre las bases frente a todo lo que se perciba como ‘establishment’. Más aún, dadas las maniobras cada vez más evidentes de los prebostes republicanos por desbancar a Trump sin aparentar importarles demasiado la voluntad expresada por sus votantes a través de todo el proceso.

Y menos aún cuando dichas maniobras han dejado demasiado que desear. No sólo por haber llegado cuando el margen de reacción era ya muy escaso; sino también porque el propio aparato del partido se ha encargado de desbaratarlas a la mínima oportunidad.

Así, por ejemplo, nada menos que el anterior portavoz de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner poco después de conocerse la alianza Kasich-Cruz, comparó a este último con el diablo. Un paralelmismo que remato señalando que, pese a ser capaz de trabajar con prácticamente todo el mundo, incluídos demócratas y republicanos, no «había trabajado con un hijo de perra más miserable» en toda su vida.

Así las cosas, entre el original y la copia ya se sabe que la gente escoge siempre el original y en una campñaa caótica y de tono agresivo, nadie puede ganar a Trump.

De hecho, haciendo gala de su habitual bilis, el multimillonario ya ha empezado a girar la diana de sus ataques y, en previsión de la carrera presidencial en la que ya se ve, anunció que, a partir de ahora, su intención es centrarse en «Hillary Clinton, la deshonesta». Y es que como ya se sabe, todos los rivales de Trump van acompañados de un mote que repite machaconamente.

Una Hillary Clinton que, por cierto, en el lado demócrata también es favorita en los sondeos de cara esta noche en la que podría ampliar todavía más su ventaja respecto a Sanders. No obstante, dada la diferencia en número de delegados acumulada por la exsecretaria de Estado, incluso se podría permitir acumular una serie de derrotas hasta el cierre de las primarias que tendrá lugar el próximo día 24 en Estados como California o Nueva Jersey.

No exista, por tanto, ya demasiada expectación hasta esa fecha. Aunque eso sí, haya que tener en cuenta que, cada vez que la exsecretaria de Estado se ha visto en esa situación de relativa comodidad, sus resultados han estado por debajo de lo esperado, con lo que se volvía a estrechar la carrera. Una tendencia que pronto sabremos si hoy se rompe en Indiana.

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David P. Fernández

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