La mujer que ha revolucionado la medicina moderna, en entredicho

Medicina

La mujer que ha revolucionado la medicina moderna, en entredicho

Elizabeth Holmes, fundadora y directora ejecutiva de Theranos

Wall Street Journal asegura que exagera la fiabilidad de su método de análisis de sangre ‘low cost’. Su nombre suena poco a este lado del charco, pero Elizabeth Holmes ha sido elegida este año la persona más influyente de Silicon Valley por revolucionar la biotecnología con su empresa, Theranos. Es además la mujer más joven en entrar en la lista Forbes y la primera en alcanzar una fortuna superior a 1.000 millones de dólares (más de 893 millones de euros) gracias a su propio trabajo, sin herencias familiares. Unos hitos que ahora se tambalean tras la publicación de un durísimo reportaje en The Wall Street Journal, periódico que la había calificado previamente como “la Steve Jobs de la medicina moderna”.

Y es que, Holmes es la última en sumarse a la lista de los mitos de Silicon Valley hechos a sí mismos. Al igual que el cofundador de Apple y del ‘padre’ de Facebook, Mark Zuckerberg, comenzó a levantar Theranos de la nada, en su cuarto de la residencia de la Universidad de Standford que más tarde abandonó sin finalizar sus estudios. La comparación con Jobs llega incluso a la vestimenta: también suele vestir un jersey negro de cuello alto.

Como el gran gurú tecnológico, Holmes quería que Theranos marcara un antes y un después apostando por la innovación, en este caso, en el terreno de la medicina: se había propuesto abaratar y acelerar los procesos de análisis de sangre, desarrollando un método económico, sencillo y efectivo de vigilancia de la salud.

Lo ha conseguido, o al menos eso es lo que parecía hasta ahora. Según su web, mediante una pequeña gota de sangre la compañía ofrece resultados de más de 240 pruebas médicas, que van desde el colesterol al cáncer. El sistema es mucho más cómodo y barato que los análisis tradicionales, por ejemplo, según Vanity Fair, el costo de una prueba de vitamina D estándar alcanza los 200 dólares (175 euros), mientras que mediante Theranos baja a los 20 euros (17,5 euros).

Sus avances y ambición llevaron a los fondos de inversión a otorgarle a la firma recientemente 400 millones de dólares (350 millones de euros) alcanzado así una valoración de 9.000 millones de dólares (más de 7.800 euros).

Pero la fiabilidad de los métodos de Theranos se acaba de poner en cuestión, desdibujando la imagen de la nueva Jobs. El periodista John Carreyrou, asegura en The Wall Streer Journal que la compañía exagera la precisión de su tecnología, bautizada como Edison.

De acuerdo al minucioso artículo, en el que se cita a exempleados de Theranos y a médicos, a diciembre de 2014 tan solo eran capaces de precisar los datos en 15 tipos de pruebas. Además, el texto subraya que la mayoría de las pruebas no se hacen mediante la tecnología Edison, sino que se emplean máquinas tradicionales “compradas a empresas como Siemens”.

El periodista ha consultado a expertos en medicina sus impresiones sobre los análisis de sangre de la compañía. Mientras que unos ven con buenos ojos los métodos de Theranos debido a su bajo coste y rapidez, otros aseguran que no lo recomiendan a sus pacientes por su falta de fiabilidad.

Esta última línea sigue el testimonio de una empleada de un centro la cadena de farmacias Walgreen, en las que Theranos ofrece sus análisis en algunos Estados. Afirma haber detectado fallos en algunos resultados y procesos de análisis. Carreyrou también localizó a pacientes que recibieron conclusiones inexactas.

La publicación ha hablado incluso con uno de los primeros contactos de Holmes, el doctor Phyllis Gardner, de la universidad de Standford, al que la joven consultó en los inicios de Theranos sobre un pequeño parche para detectar enfermedades infecciosas en la sangre. “Era una chica joven con tan sólo conocimientos de ingeniería rudimentaria y sin formación médica”, explica.

A la espera de conocer cómo evoluciona el futuro de Theranos, el asunto ha puesto sobre la mesa el excesivo ímpetu de Silicon Valley por encontrar la nueva Apple o el nuevo Facebook. Inversiones millonarias en ‘startups’ que aún no han demostrado que lo valen.

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