Helena Maleno: «Nadie me ha pedido perdón por criminalizarme ni me han reparado el daño»

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Helena Maleno: «Nadie me ha pedido perdón por criminalizarme ni me han reparado el daño»

Fue en 2017 cuando se abrió el proceso judicial contra ella en Marruecos, a raíz de una investigación de la policía española por un presunto delito de tráfico seres humanos.

La activista y defensora de los derechos humanos, Helena Maleno, con su libro 'Mujer de Frontera'

La activista y defensora de los derechos humanos, Helena Maleno, ha publicado el libro ‘Mujer de Frontera’ (Ediciones Península) en el que plasma cómo vivió el procedimiento judicial abierto contra ella y que finalmente fue archivado. «Nadie me ha pedido perdón por la criminalización ni me han reparado del daño», señala Maleno en una entrevista con Europa Press.

Fue en 2017 cuando se abrió el proceso judicial contra ella en Marruecos, a raíz de una investigación de la policía española por un presunto delito de tráfico seres humanos por las llamadas que realiza a los servicios de Salvamento Marítimo alertando de pateras con migrantes en peligro. Si bien, su «pesadilla» terminó en 2019, cuando el Tribunal de Apelación de Tánger archivó el caso al considerar que no había indicios de delito.

El libro arranca precisamente con el momento en el que recibe la citación judicial. Según relata Maleno, acababa de recoger a su hija del colegio cuando dos agentes marroquíes la esperaban cerca de su casa. «Me acusaban de tráfico de migrantes en Marruecos con un dosier hecho desde España lleno de mentiras y que me destrozaba», remarca a Europa Press.

La activista insiste, al igual que hizo durante el transcurso del proceso judicial, que fue un documento fabricado» y elaborado por la policial española lo que inició la causa contra ella, al haberse dedicado a denunciar las «constantes» violaciones de derechos humanos en la frontera sur durante años. A su juicio, las autoridades españolas buscaban «un caso ejemplarizante» porque su condena hubiera supuesto un «precedente» para el resto de defensores de los derechos humanos.

Sin embargo, al final sucedió lo contrario. «El ganarlo sentó un precedente importante en la defensa al derecho a la vida», señala Maleno que, en cualquier caso, apunta que todavía continúa la criminalización de las personas que trabajan «contra las políticas de muerte en las fronteras».

«En mi caso nadie me ha pedido perdón y nadie me ha reparado –apostilla– El nuevo Gobierno hubiera sido una oportunidad para pedir perdón a las víctimas de la criminalización y para investigar la elaboración de ese dossier lleno de mentiras sobre mi».

Tal y como confiesa a Europa Press, en medio de todo el proceso judicial la activista ya pensó en plasmarlo en un libro, pero no fue hasta el verano de 2019, ya cerrado el caso, cuando se decidió a empezar a escribir. En él, además de relatar «desde las entrañas» cómo le ha afectado en su vida este procedimiento, cuenta muchas de sus vivencias desde que llegó a Marruecos en 2002.

Iba a ser algo temporal, pero finalmente se instaló en Tánger, desde donde se adentró en los asentamientos provisionales de los bosques que rodean Ceuta y Melilla y empezó a denunciar las vulneraciones de derechos de quienes buscan cruzar la frontera para alcanzar Europa. Según declara, lo que ha visto y ve es cómo muchas personas «sobreviven» a la «necropolítica» de las fronteras. «La gente tiene que entender hasta donde llega el control de fronteras, cómo destruye la vida de las personas, y por eso el libro», aclara.

DESHUMANIZACIÓN DE LAS FRONTERAS

Para Maleno, los gobiernos están más al servicio de «intereses ocultos» en el proceso migratorio que al servicios del derecho a la vida. Así, lamenta la «deshumanización» de lo que sucede en las fronteras y afirma que los discursos políticos buscan que la gente piense que quienes se ahogan o mueren intentando llegar a Europa «son solo números».

En España, según remarca Maleno, la situación en las fronteras sigue igual que hace «20 o 30 años». «El control del territorio justifica todas las violaciones de derechos humanos y las muertes», agrega, expresando su rechazo a esto que, en su opinión «en una democracia no debería estar permitido».

«En perspectiva se ven las mismas dinámicas que convierten las fronteras en un agujero negro y en la criminalización de los procesos migratorios y de la defensa de los derechos humanos», destaca. Según incide la activista, el control de los flujos migratorios «es un negocio que cada vez aumenta más en el mundo»

«Las personas migrantes que no llegan dan dinero, y las que llegan en situación de vulnerabilidad, también dan dinero porque el sistema sabe que existe la esclavitud», precisa al respecto. Así, Maleno apunta que «los discursos racistas de la extrema derecha» sobre el ‘efecto llamada’ o acerca de que «los migrantes quitan los empleos» a los nacionales, «son una falacia» y «esconden grandes negocios que cada vez crecen más y con los que el negocio de la esclavitud crece en paralelo».

En medio de esta dinámica, Maleno denuncia que «se ha invertido mucho dinero en militarizar Ceuta y Melilla así como y toda la ruta mediterránea de Tánger y Alborán». De este modo, según argumenta, se provoca la apertura de rutas más peligrosas, como es el caso de la vía por mar hacia Canarias, que se reactivó el año pasado y actualmente es la única que está creciendo.

«La redes se van a operar a esas rutas en las que ganan más dinero y entonces las empresas de control se lucran por la militarización de esa ruta. Las redes criminales y la industria de control se retroalimentan», asevera.

PRIMERA LLAMADA DE AUXILIO EN 2007 HASTA UN SISTEMA DE «PRESIÓN»

Fue en 2007 cuando Helena Maleno recibió la primera llamada de auxilio desde una patera que se estaba hundiendo. Trece años después, desde ‘Caminando Fronteras’ –colectivo del que es fundadora–, la activista y su equipo reciben numerosas de llamadas de socorro y realizan un monitoreo permanente de las personas desaparecidas o fallecidas en el mar. A través de las redes sociales hacen pública la situación tratando de «presionar» para que el rescate.

Esas son las mismas llamadas que se convirtieron en el elemento acusatorio de su presunta condición de traficante de migrantes en el procedimiento judicial, finalmente archivado, pero que «ha impactado» en la vida de la activista «profundamente», tal y como confiesa ella misma. Y aunque en ese tiempo fue objeto de «ataques y amenazas», Maleno dice que los premios que ha recibido por parte de distintas organizaciones nacionales e internacionales –18 en total– «actúan como sus escudos de protección».

Desde esa primera llamada en 2007 hasta ahora, ha habido centenares y, según asegura Maleno, el servicio de Salvamento Marítimo ha cambiado «a peor» porque «le ha atravesado la política del control migratorio por encima del derecho a la vida».

«Con nuestras alertas hemos conseguido que muchas personas no mueran en el mar, pero lamentablemente el sistema es cada vez más duro y difícil ¿De qué sirve alertar si por la noche se para su búsqueda?», cuestiona. No obstante, la activista destaca que, además de hacer «más fluida» la comunicación entre Marruecos y España en asuntos de salvamento, lo más relevante que han conseguido es «dar visibilidad» al derecho a la vida» y hacer que esté «encima de la mesa».

«Lo ideal sería no tener que estar ahí recibiendo llamadas porque ya no las hubiese. Ese me gustaría que fuera el final de mi próximo libro», concluye Maleno.

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