En las últimas semanas, el clima extremo ha azotado con dureza a Europa, dejando una estela de destrucción y obligando a miles de personas a evacuar sus hogares. Desde los incendios forestales en Marsella, Turquía y España, hasta las tormentas en Croacia y Serbia, la región experimenta un preocupante «latigazo hidroclimático» con oscilaciones entre olas de calor e inundaciones. Los expertos advierten que esta situación no es coyuntural, sino consecuencia directa del calentamiento global.
“En estas condiciones de calor, sequedad y viento, cualquier chispa puede convertirse en un incendio devastador”, advierte Max Dugan-Knight, experto en datos climáticos
El fuego avanza con rapidez en el sur de Francia, donde más de 1.000 bomberos luchan contra un incendio en Marsella que ya ha arrasado más de 720 hectáreas y obligado a evacuar a centenares de vecinos. El aeropuerto y la red ferroviaria de la ciudad se han visto gravemente afectados.
En Turquía, los incendios en Esmirna y la frontera con Siria han arrasado 10.000 hectáreas y causado pérdidas ecológicas irreparables. Las causas inmediatas varían —desde cables eléctricos defectuosos hasta vehículos incendiados—, pero los científicos coinciden en que las altas temperaturas, la sequedad del terreno y los vientos fuertes están detrás de la expansión incontrolada del fuego.
Este fenómeno —también conocido como hydroclimatic whiplash— se refiere a las bruscas transiciones entre lluvias intensas y sequías, creando un entorno perfecto para los incendios forestales. Tras las lluvias, la vegetación florece rápidamente, pero con el calor se seca y se convierte en combustible natural.
Además, las emisiones de CO₂ generadas por los incendios contribuyen aún más al deterioro climático, generando un círculo vicioso de consecuencias cada vez más graves.
“Sin medidas contundentes, las olas de calor podrían causar cientos de miles de muertes y las pérdidas económicas superar el billón de euros al año”, advierte la Agencia Europea de Medio Ambiente
En Croacia, una tormenta de granizo destruyó tejados y árboles en la ciudad de Split, justo después de una ola de calor que superó los 40ºC. El fenómeno dejó varios heridos y graves daños materiales. En Eslovenia, se registraron lluvias intensas y nieve en los Alpes, mientras que en Serbia, tras una prolongada sequía, se reportaron más de 600 incendios forestales y cortes en el suministro de agua potable.
La Evaluación Europea de Riesgos Climáticos (EUCRA) alerta sobre 36 amenazas críticas que ponen en riesgo la seguridad alimentaria, el suministro de agua, la salud pública y las infraestructuras. Muchos de estos riesgos ya han alcanzado niveles críticos y podrían convertirse en catastróficos sin acciones urgentes.
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