Antes o después, todas las personas terminamos desarrollando cataratas ligadas al paso del tiempo. Es por ello que más del 60% de mayores de 70 años las padecen. Es una patología tan común que se ha convertido en la primera causa de ceguera en los países en vías de desarrollo y la dolencia ocular más intervenida quirúrgicamente en los países desarrollados. Todo esto lleva a que las operaciones de cataratas se hayan ido perfeccionando cada vez más.
¿Cómo saber si tengo cataratas?
Por lo general, al padecer cataratas lo más común es experimentar una pérdida de nitidez y de intensidad de los colores. Además, tampoco es extraño tener molestias ante los cambios de luz y dificultades para ver bien de noche.
Estos no son los únicos cambios que se suelen experimentar al sufrir cataratas, incluso algunos de ellos se podrían calificar de «sorprendentes». Por ejemplo, se pueden notar cambios en la graduación de las gafas o, transitoriamente, una mayor facilidad para leer sin ellas.
Este conjunto de síntomas muchas veces van ocurriendo e intensificándose de forma gradual, por lo que muchas personas se acostumbran a vivir con las cataratas, aunque las condiciones de la visión con ellas no sean las ideales. Solo después de operarse se dan cuenta, a menudo, de hasta qué punto cambia su percepción del mundo al volver a ver con calidad.
¿Cómo tratar las cataratas?
En una clínica para el tratamiento de cataratas se asesora al paciente sobre la mejor manera de hacerles frente en función del tipo de cataratas que sufra y lo avanzadas que estén. La única solución que existe para las cataratas es pasar por el quirófano, aunque los medios actuales permiten que no se requiera ingreso ni anestesia general.
La cirugía de cataratas es un proceso que se ha ido volviendo menos invasivo y más eficiente con el paso de los años, hasta el punto de ser una intervención bien corta, que no suele llegar a la media hora de duración y que ofrece una recuperación muy rápida.
El especialista oftalmológico indicará cuándo es el mejor momento para operar las cataratas en cada caso. Se trata de una intervención altamente segura, aunque el grado de desarrollo de la opacidad del cristalino y la tipología del paciente determinará lo complejo de la cirugía. Por ejemplo, una cirugía a quien haya sufrido ciertas patologías oculares previas o tenga enfermedades generales como diabetes, puede entrañar un mayor riesgo de complicaciones si no se atienden estos factores. Por tanto, es necesario realizar un estudio previo completo, que dé lugar a un buen diagnóstico y permita indicar cuál es la opción idónea para que la persona vuelva a recobrar la visión con total nitidez.
