Carles Puigdemont
Como contraste con la escapada de Puigdemont y sus exconseller a hacer turismo político a Bélgica, Cataluña está ensayando este comienzo de semana la normalidad que había perdido a lo largo del mes que se prolongó el llamado “procés” independentista. Por supuesto, en las calles de las ciudades, y particularmente en Barcelona, la vida discurrió ayer como siempre había discurrido en los últimos años. Gente haciendo ya primeras compras navideñas, bullicio por todas partes y un cambio de ciento ochenta grados en la monotonía recién pasada de las conversaciones. Los comentarios mezclaban recuerdos de la manifestación del domingo con la derrota del Real Madrid frente al Girona en un partido disputado sin incidentes.
La actualidad política y judicial que discurría en los despachos fue la que despertó mayor curiosidad y, en contra de lo que se temía, también se desarrolló de manera satisfactoria. No se produjo atrincheramiento en las sedes. Apenas un exconseller tuvo que ser invitado por los Mossos d´Esquadra a abandonar el despacho entre todos los altos cargos destituidos por la nueva administración temporal. Todos fueron autorizados a entrar a recoger sus cosas aunque pocos lo hicieron personalmente. En el Parlament, disuelto en función del artículo 155 de la Constitución tampoco se registró ninguna anormalidad. La presidenta, Carme Forcadell, se mantiene al frente de la Diputación permanente.
Con los funcionarios tampoco surgieron problemas reseñables. Todavía es pronto para hacer una descripción de normalidad absoluta, todavía en muchos ámbitos de la Administración autonómica no se han registrado cambios, pero la impresión de esta primera jornada es positiva. Y lo mismo cabe decir del ámbito de la política: los partidos independentistas, que en un principio parecían dispuestos a sabotear las elecciones del 21 de diciembre, empiezan a serenarse y a pensar en su futuro con pragmatismo. Todos han manifestado o dejando abierta su disposición a presentarse aunque argumentarán que para seguir luchando por el secesionismo que les llevó hasta aquí, lo cual es legítimo si se cumple dentro de la Ley.
Mientras tanto, la Justicia continuó por separado sus actuaciones. La Fiscalía General ha anunciado procesos por diferentes delitos de rebelión, secesión, sedición, incitación a la violencia, etcétera, contra el ex presidente Puigdemont, que desde su refugio en Bruselas -protegido por los independentistas flamencos-, continúa sin reconocer que fue destituido, y contra la presidenta Forcadell, conselleres y miembros de la Mesa que promovieron la fantasmal proclamación de la República. Algunos funcionarios, testigos de la normalidad, cuando menos relativa, en las sedes de la Administración, reconocen que las nuevas autoridades están actuando con delicadeza y respeto. Todavía es pronto para hacer descripciones de normalidad plena pero si se puede anticipar que el ambiente se ha relajado.
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Ensayo de la normalidad
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