‘Empujando una cuerda’: por qué Draghi se queda sin armas para sacar a Europa del atolladero

Bancos centrales

‘Empujando una cuerda’: por qué Draghi se queda sin armas para sacar a Europa del atolladero

Los analistas señalan que el BCE está haciendo “todo lo que puede dentro de su marco legal” pero siembran dudas sobre su efectividad.

El presidente del BCE, Mario Draghi

El pasado jueves el Banco Central Europeo (BCE) pintó un panorama sombrío para la eurozona, con un recorte de su previsión de crecimiento de seis décimas para este año que constata los peores temores del mercado. Para intentar paliar esta situación, la institución que preside Mario Draghi ha alejado el horizonte de las subidas de tipos y ha anunciado nuevas medidas de liquidez para la banca, pero cada vez son más las sospechas de que esta vez la magia de ‘Súper Mario’ no será suficiente para dar la vuelta a la situación.

‘Empujar una cuerda’ (pushing on a string en inglés) es una expresión anglosajona que suele asociarse a la política monetaria. Al igual que uno puede tirar de una cuerda para arrastrar una carga pesada pero no logrará su objetivo si la empuja, los bancos centrales pueden inundar el mercado de liquidez, pero el crédito no aumentará si no hay demanda del mismo por parte de los prestatarios. Algo que el BCE está comprobando ahora.

Tal y como explica Dave Lafferty, estratega jefe de mercados en Natixis IM, “Draghi está descubriendo que las iniciativas políticas extraordinarias pueden evitar la depresión, pero han demostrado poca capacidad para crear y mantener una expansión económica. Es la imagen misma de ‘empujar una cuerda’”.

En la misma idea incide Nick Wall, economista de Merian Global Investors. “El BCE está haciendo todo lo que puede dentro de su marco legal para mantener el dinero barato”, señala este experto, “pero hasta que la demanda de dinero se recupere de forma significativa, estará empujando una cuerda”. Las medidas de los hombres de Draghi han ayudado a mantener “barato el coste del crédito, pero el problema en Europa es la demanda de crédito”.

El propio Draghi es más que consciente de que las herramientas de las que dispone no serán suficientes para encauzar el crecimiento económico, y no deja pasar una sola intervención para recordárselo a los gobiernos europeos. Durante su última comparecencia de esta semana volvió a insistir en la necesidad de “aplicar reformas estructurales” con el objetivo de “aumentar la resistencia, reducir el desempleo estructural e impulsar la productividad y el potencial de crecimiento de la eurozona”.

Mientras tanto, el exbanquero de Goldman Sachs no escatima en medidas. Con los tipos de interés en mínimos al menos hasta finales de 2019 y el programa de compra de bonos finalizado -más allá de las reinversiones-, su última carta sobre la mesa es una nueva ronda de financiación barata para los bancos (TLTRO). Los términos del programa, que comenzará en septiembre 2019, serán diferentes que en la anterior ocasión. Las subastas de liquidez tendrán un vencimiento a dos años, frente a los cuatro años del anterior programa, y el tipo estará referenciado al tipo de referencia (0%) y no al de depósito (-0,4%). Los bancos podrán pedir importe hasta un 30% de los créditos elegibles.

Lafferty destaca que los TLTRO se esperaban “dada la inminente renovación de los préstamos el próximo año”, por lo que una suspensión del programa “habría sido equivalente a un endurecimiento” de la política monetaria. “Los inversores saben que es la misma medicina de siempre en una botella nueva”, señala el experto de Natixis, que no obstante destaca que las nuevas subastas “pueden ser lo mejor que el BCE puede ofrecer”, dado que reducir aún más los tipos de interés sería una mayor carga para unos bancos que ya están en apuros. Además, “las compras de activos adicionales son limitadas, ya que no hay más bonos de alta calidad que comprar”.

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