El vórtice polar es esencial para mantener confinado el aire helado en torno a la Antártida durante el invierno austral. Sin embargo, cuando su equilibrio se rompe, masas de aire frío pueden desplazarse hacia latitudes medias, modificando los patrones meteorológicos de regiones habitadas.
Los modelos de la NASA y del GFS detectan que las temperaturas en la estratosfera antártica se han disparado hasta 50 °C por encima de lo normal, una anomalía que está debilitando rápidamente el vórtice.
Los registros muestran que el viento zonal medio a 10 hPa sobre los 60°S se encuentra muy por debajo del promedio histórico, lo que apunta a un debilitamiento del sistema en apenas unas semanas. Estos calentamientos súbitos son más habituales en el Ártico, pero muy raros en el hemisferio sur debido a su atmósfera más estable.
Un debilitamiento así puede provocar olas de frío fuera de temporada en países como Argentina, Chile, Uruguay o el sur de Brasil, además de un aumento de la nubosidad e inestabilidad atmosférica en plena transición hacia la primavera. También podría afectar al ozono, incrementando la radiación ultravioleta en zonas próximas a la Antártida.
Aunque el fenómeno ocurre en altura, sus efectos pueden sentirse en superficie en cuestión de semanas
Los antecedentes indican que un calentamiento estratosférico en la Antártida puede generar cambios en los patrones de viento y presión en el hemisferio sur. Esto abre la puerta a más tormentas en el Pacífico Sur, mayor inestabilidad en Australia y episodios fríos en Sudamérica.
En septiembre de 2019 se registró un evento similar que coincidió con anomalías en la ionosfera sobre Estados Unidos y Europa. Algunos estudios sugieren que aquel episodio también alteró la intensidad de los frentes fríos del invierno boreal posterior.
En lugares como Chile y Argentina podría haber irrupciones frías incluso con la primavera ya iniciada
La circulación Brewer-Dobson explica cómo la energía y los gases de la estratosfera pueden viajar entre hemisferios. Este “puente atmosférico” permitiría que el actual episodio en el Polo Sur influya en la dinámica del próximo invierno en el hemisferio norte.
Científicos destacan que los efectos no son automáticos, pero la interconexión atmosférica hace que fenómenos de este tipo tengan un alcance planetario. En el corto plazo, la mayor atención está puesta en los cambios de tiempo que pueda sufrir Sudamérica en las próximas semanas.
| Indicador | Promedio histórico | Septiembre 2025 | Anomalía |
|---|---|---|---|
| Temperatura estratosférica | -70 °C | -20 °C | +50 °C |
| Viento zonal a 10 hPa (60°S) | 50 m/s | 25 m/s | -50% |
| Altura de la anomalía | 30 km | 19 km | -11 km |
Fuente: NASA/MERRA2, GFS
Los modelos apuntan a un debilitamiento del vórtice de hasta un 50% en pocas semanas
Aunque los científicos evitan atribuir cada episodio individual al cambio climático, el aumento en la frecuencia de fenómenos extremos en la atmósfera superior es visto como una advertencia. Para la comunidad internacional, el seguimiento de estos sucesos es clave para anticipar impactos tanto regionales como globales.
Por ahora, los modelos meteorológicos muestran que el vórtice polar seguirá debilitándose hacia finales de septiembre. Lo que ocurra después podría marcar la pauta del clima austral en los próximos meses… y quizá también condicionar el próximo invierno en el hemisferio norte.
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