El PSOE de Sánchez rechaza ahora el CETA pero, ¿y el resto de socialistas europeos?

El PSOE de Sánchez rechaza ahora el CETA pero, ¿y el resto de socialistas europeos?

El tratado de libre comercio con Canadá debe contar con el 'sí' de todos los parlamentos nacionales y regionales competentes después del verano.

CETA TTIP

La división de los socialistas en toda Europa respecto al CETA augura un tortuoso trance final para el Acuerdo Económico entre Canadá y la UE. El tratado de libre comercio superó la votación del Europarlamento con amplitud aunque fuertes rechazos (408 votos favorables, 254 en contra y 33 abstenciones). Pero el texto debe ahora ser aprobado por cada uno de los parlamentos nacionales de los Estados miembros.

Los partidos socialdemócratas son los más dubitativos, y para muestra un botón: ayer el PSOE de Pedro Sánchez daba un giro de 180 grados para anunciar que rechazará el CETA en el Congreso a pesar de haberlo apoyado en la Comisión de Asuntos Exteriores.

Sin embargo, el pasado febrero la delegación del PSOE en el Parlamento Europeo dio luz verde al tratado, cuando la Eurocámara tuvo votar la posición del legislativo comunitario. El texto salió adelante con el apoyo del PP Europeo, los liberales de ALDE, los Conservadores y Reformistas de ECR y parte del S&D, los socialdemócratas.

Solo “parte” porque la división interna entre los socialdemócratas se evidenció con claridad: los españoles votaron a favor; los eurodiputados socialistas alemanes también apoyaron en su mayoría el CETA, pero algunos miembros del partido de Martin Schulz votaron en contra o se abstuvieron.

Los socialistas italianos, la familia más numerosa y de la que forma parte el líder de S&D en la Eurocámara, Gianni Pittella, también apoyó en buena medida el acuerdo, pero una docena de sus miembros mostraron su rechazo al tratado comercial.

Los laboristas de Jeremy Corbyn actuaron divididos en dos bloques prácticamente iguales a favor o en contra, mientras que los socialdemócratas suecos también se dividieron entre el respaldo, el rechazo y la abstención, como recuerda Europa Press. Los socialistas portugueses del primer ministro Antonio Costa y los eurodiputados rumanos (la tercera mayor delegación socialista) también apoyaron el acuerdo.

En el otro extremo, los socialistas franceses votaron ‘no’ en bloque, mientras los laboristas de Países Bajos decidieron abstenerse. El CETA también se llevó el rechazo de la mayoría de los socialistas polacos, austríacos, checos y belgas.

Sobre estos últimos, hay que recordar que fue el parlamento nacional de Valonia el nivel administrativo que estuvo a punto de bloquear el tratado en 2016 por su veto total al texto, que más tarde fue levantado mediante arduas negociaciones. Precisamente, esta particular aldea gala del CETA está gobernada por el partido socialista francófono de Paul Magnette.

Aunque aprobado, el acuerdo no entrará en vigor hasta que los parlamentos nacionales y regionales competentes den su permiso. Se trata de 38 cámaras legislativas, que tienen hasta el mes de septiembre para votar si firman el ‘sí’ con el resto de los 28.

Hoy mismo se debate el texto en el Senado italiano, donde se espera que el acuerdo sea aprobado. El Ejecutivo socialista portugués, por su parte, es partidario de aprobar el tratado antes de las vacaciones de verano, pero los aliados del partido comunista y los verdes en el Bloque de Izquierdas liderado por Antonio Costa son muy críticos con el acuerdo de libre comercio.

Más allá del sentido del voto, Podemos propuso en la comisión de Asuntos Exteriores un requerimiento de inconstitucionalidad del texto ante el Tribunal Constitucional. El veto de PP, Ciudadanos y PSOE lo impidió. No ocurrió así en Alemania, donde también es probable que haya luz verde para el CETA, pero no sin antes visitar el tribunal homólogo en Berlín: el pasado mes de octubre el TC alemán acabó desestimando el recurso contra el CETA pero con importantes condiciones para su aplicación.

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