La irrupción de las nuevas tecnologías ha supuesto un auténtico reto para el comercio minorista, que se ha visto obligado a transformarse para ‘no perder el tren’. Los canales de venta han cambiado en los últimos años y algunas pequeñas empresas no han podido afrontar esta situación.
Según un estudio de la Fundación BBVA, el comercio electrónico aumentado un 95% entre 2019 y 2024 y el porcentaje de empresas que recurre a este canal de venta ha pasado del 36% previo a la Covid 19 al 45% en 2023. En este sentido, casi la mitad de la población española, el 56,7%, compra por Internet, frente al 46,9% del año 2019. Ante esto, destaca que la “supervivencia” del comercio minorista dependerá de su “capacidad de adaptación para ofrecer experiencias de compra con valor añadido, al mismo tiempo que adopta un modelo omnicanal para estar presente también en el comercio online”.
De acuerdo al informe, el sector minorista, “tradicionalmente muy fragmentado y compuesto en su mayoría por pequeñas empresas”, presenta desde hace décadas una “tendencia a la concentración”. Desde 2000 han desaparecido más de 140.000 establecimientos comerciales en España, un 22,6% del total. Esto se intensificó durante la pandemia y postpandemia, ya que más de un tercio de estos locales (49.970) se han perdido desde 2019 a 2024.

El inicio del Covid dio alas al pequeño comercio. Así, y según el índice de Comercio al por Menor (ICM), tras un repunte puntual del 5,6% interanual en febrero de 2020, “asociado al acopio previo al confinamiento”, las ventas sufrieron una caída continua que “alcanzó su punto crítico en abril de 2020, con una contracción cercana al 30%”. A partir de ese momento la actividad comercial comenzó una recuperación sostenida, reflejando la progresiva mejora del consumo y la adaptación del sector al nuevo contexto comercial.
Pequeño comercio vs grandes cadenas
El estudio de la Fundación BBVA destaca que el impacto de la pandemia en la actividad comercial varió según el tipo de producto, el formato empresarial y los canales de venta. Estas diferencias se deben tanto a las limitaciones de aperturas y aforos (más estrictas para productos ‘no esenciales’) como al comportamiento de los consumidores, marcado por el miedo y la incertidumbre.
Según el ICM desagregado por tipo de producto, las ventas de alimentación registraron un crecimiento anual de las ventas del 10% en marzo de 2020, y mantuvieron tasas de crecimiento positivas a lo largo del año. Por su parte, las ventas de ropa y calzado cayeron hasta un 90% interanual en abril de ese mismo año y no mostraron tasas positivas de crecimiento hasta marzo de 2021. Desde 2021 hasta la actualidad, la actividad comercial asociada al equipamiento personal (ropa y calzado) es la que más ha crecido (un 46,7% desde 2021 hasta 2024).

El impacto de la pandemia varió también según el formato empresarial. Las pequeñas cadenas fueron las que perdieron más ventas, “incluso por encima de las empresas unilocalizadas”. En cambio, las grandes cadenas, “mejor preparadas para operar en el canal online”, lograron captar una gran parte de esta nueva demanda. Según ANGED (Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución), supermercados e hipermercados aumentaron un 10% la facturación en 2020. El pequeño comercio, por su parte, se benefició de la proximidad, en un contexto en el que las restricciones obligaban a realizar las compras en el entorno inmediato. La conveniencia y la seguridad guiaron al consumidor en el confinamiento, trazando nuevas rutas de compra.
‘Efecto confinamiento’
El impacto más diferenciado de la pandemia fue entre los canales online y offline. “En un contexto de restricciones y búsqueda de seguridad, muchos consumidores optaron por realizar sus compras por internet”, recoge el estudio, que afirma que el confinamiento supuso su “despegue definitivo”. Y así se ha mantenido hasta ahora. Entre 2019 y 2024 las ventas online en España casi se han duplicado, ya que han crecido un 9 % hasta alcanzar los 95.200 millones de euros.
“Aunque parte de los consumidores ha regresado a la tienda física desde la Covid 19, el hábito de la compra online se ha consolidado”, destaca. En este escenario, la supervivencia del comercio minorista “dependerá en gran medida de su capacidad para adoptar un modelo omnicanal, que integre de forma efectiva los canales online y offline para mejorar la experiencia del consumidor”, concluye.