El interés compuesto como factor de ahorro a largo plazo

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El interés compuesto como factor de ahorro a largo plazo

En la práctica el interés compuesto es un concepto muy sencillo de comprender.

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El interés compuesto es el concepto que alude a la progresiva acumulación de los intereses que produce un determinado capital cuando es invertido de forma sucesiva a lo largo del tiempo. La clave radica en que los intereses que se generan en cada uno de los periodos de liquidación correspondientes son reinvertidos de nuevo, sumándose al capital aportado inicialmente.

Esta descripción puede parecer algo confusa a priori. Sin embargo, en la práctica el interés compuesto es un concepto muy sencillo de comprender. Y, como apuntan los expertos en ahorro del comparador financiero Busconómico, se trata de una poderosa herramienta para multiplicar la rentabilidad de las inversiones en el largo plazo.

En cualquier caso, antes de mostrarte un ejemplo práctico, vamos a proceder a presentarte la fórmula del interés compuesto.

Fórmula de cálculo del interés compuesto

El interés compuesto se representa mediante el uso de la siguiente fórmula:

Cf = Ci x (1 + i /100 ) ^ n

Indicamos aquí abajo cada uno de los factores incluidos:

Cf es el capital final resultante al final del último periodo de liquidación.

Ci es el capital que se aporta inicialmente, también conocido como capital principal.

r se corresponde con la tasa de interés aplicada sobre el capital y que es expresada en tanto por uno.

n es el número de periodos durante los cuales se procede a la inversión sucesiva del capital inicial y los intereses generados de forma acumulativa.

Cómo funciona el interés compuesto

Con el fin de que puedas entender la aplicación y funcionamiento del interés compuesto, vamos a explicártelo con un ejemplo práctico y sencillo.

Por motivos de simplificación, vamos a omitir:

La referencia a la tasa de inflación anual, la cual tiene un impacto sobre la rentabilidad real obtenida.

– El impacto negativo que el pago de impuestos tiene sobre la rentabilidad obtenida. Hay que tener en cuenta que parte de los intereses generados en cada periodo de liquidación son objeto de tributación, por lo que no pueden ser invertidos de nuevo.

El ejemplo que explicamos a continuación omite estas dos variables para facilitar la comprensión del interés compuesto. No obstante, en el mundo real, lo habitual es que dichas variables afecten al resultado final.

Tomamos como punto de partida un capital principal de 1.000 euros, el cual procedemos a invertir en un periodo total de 12 meses. La rentabilidad obtenida al final de dicho periodo asciende al 5%, por lo tanto el capital resultante asciende a 1.050 euros.

– Si procediéramos a invertir, de nuevo, los 1.000 euros iniciales a lo largo de los siguientes 12 meses, obtendríamos otros 50 euros, o lo que es lo mismo, una rentabilidad del 5%.

– Sin embargo, en el caso de que el importe invertido fuera el capital inicial junto con los intereses generados durante el primer periodo de liquidación, la rentabilidad final sería mayor.

En este caso, estaríamos invirtiendo un total de 1.050 euros a un tipo de interés del 5%. En consecuencia, los intereses generados durante los siguientes 12 meses ascenderían a 52,5 euros, en lugar de 50 euros.

En definitiva, durante un periodo total de 24 meses:

– Los intereses generados sin aplicar el interés compuesto serían de 100 euros.

– Los intereses generados aplicando el interés compuesto se elevarían a 102,5 euros.

Obviamente, cuando se trata de importes reducidos y periodos relativamente cortos, la diferencia en términos absolutos puede parecer irrelevante. No obstante, en el caso de aplicar el interés compuesto a largo plazo y en sucesivos periodos de liquidación de intereses, el crecimiento de la rentabilidad se vuelve exponencial.

Si tomamos como referencia el mismo ejemplo planteado, la diferencia de rentabilidad obtenida entre ambos casos, sería la siguiente:

En el caso de no aplicar el interés compuesto, los intereses generados a lo largo de 10 años, con periodos de liquidación anuales, y una tasa de interés del 5% serían 500 euros.

En el caso de aplicar el interés compuesto –reinvertir los intereses generados- el importe finalmente acumulado en las mismas condiciones ascendería a 628,89 euros. Se trata de una diferencia del 25% respecto a la primera opción.

Aplicación del interés compuesto en la inversión en bolsa a largo plazo

Una de las aplicaciones más notables del interés compuesto es la que tiene lugar en la inversión en activos de bolsa a largo plazo, los cuales generan algún tipo de interés como, por ejemplo, las acciones bursátiles de empresas que reparten dividendos.

Los inversores largo-placistas proceden a invertir en activos de bolsa durante periodos que suelen exceder de los 20 años. Su estrategia consiste en escoger aquellas empresas con una trayectoria histórica estable y competitiva, las cuales tienen la tradición consolidada de repartir dividendos de manera periódica.

En el momento en que el inversor recibe los dividendos procede a invertirlos lo antes posible o acumularlos e invertirlos en el momento más propicio.

En el supuesto de una inversión inicial de 3.000 euros, cuyos dividendos generen una rentabilidad del 7,7%, el capital final resultando de aplicar la fórmula del interés compuesto durante un periodo de 30 años sería de 28.000 euros. Se trata de una cifra extraordinaria partiendo de la base de que lo único que se ha hecho es invertir los 3.000 euros iniciales y proceder a reinvertir los dividendos generados durante el tiempo de inversión.

No obstante, los mejores resultados de esta estrategia se logran:

– Cuando se tiene en cuenta la revalorización de los activos en los que se ha invertido.

– Cuando se selecciona específicamente aquellos activos con mayor capacidad de crecimiento a largo plazo.

– Cuando se procede a efectuar inversiones de capital sucesivas y complementarias a la reinversión de los dividendos.

– Cuando las compras de los activos se ajustan a los momentos de caída de bolsa, en los cuales los activos seleccionados cotizan a un precio reducido.

En conclusión, el interés compuesto es una poderosa herramienta de ahorro que puede marcar las diferencias en tu poder adquisitivo a largo plazo. El único secreto es saber ser paciente y constante.

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