El Gobierno de Escocia ha solicitado a las autoridades centrales una cesión de competencias para poder elaborar un sistema de visado propios y fomentar así la inmigración, en un momento en el que precisamente el Ejecutivo de Boris Johnson aspira a reducir la entrada de extranjeros gracias al Brexit. El último programa electoral del Partido Nacional Escocés (SNP) ya planteaba un «sistema migratorio a la medida» para responder al contexto demográfico local, en particular al progresivo envejecimiento de la sociedad y a la reducción de la población en edad activa.
Una vez concluya la libertad de movimiento entre Reino Unido y la Unión Europea –en principio al término del periodo de transición, el próximo 31 de diciembre–, el Gobierno británico introducirá un sistema de puntos con el que aspira a priorizar la inmigración de personas con estudios superiores.
«La migración es un asunto crucial para nuestro futuro, pero el Gobierno escocés carece de los poderes necesarios para elaborar unas políticas a la medida para Escocia», ha asegurado la ministra principal de este territorio, Nicola Sturgeon.
Reino Unido dispone en la actualidad de varias vías para solicitar la entrada en el país y, ahora, Escocia –a través de su Parlamento– aspira a introducir una ruta adicional controlada desde Glasgow y que solo pasaría a manos de Londres para comprobaciones rutinarias de seguridad.
Sturgeon no ha ocultado que el nuevo sistema serviría como referente en caso de que Escocia lograse la independencia, un objetivo lejano de momento porque Johnson ha rechazado este mes la petición formal para convocar un nuevo referéndum secesionista.
