Los jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los Siete (G7), reunidos en Kananaskis (Canadá), han emitido una declaración conjunta en la que apelan a una salida pacífica al nuevo conflicto entre Israel e Irán, al tiempo que expresan su respaldo a Tel Aviv. La tensión ha escalado tras una serie de ataques cruzados entre ambos países ocurridos el pasado 13 de junio.
Israel responde con fuerza y declara una nueva guerra
La madrugada del 13 de junio marcó el inicio de una nueva etapa en la región: Israel lanzó una serie de ataques preventivos contra instalaciones nucleares y militares en Irán, incluyendo objetivos en Teherán. Según las autoridades israelíes, la operación “León Naciente” busca frenar el desarrollo de un programa nuclear que, aseguran, está a punto de alcanzar el “punto de no retorno”.
La ofensiva israelí dejó hasta ahora 224 muertos y 1.800 heridos en Irán, según datos oficiales iraníes
Irán contraataca: comienza la operación Verdadera Promesa 3
En respuesta, Irán activó la operación “Verdadera Promesa 3”, una serie de oleadas de misiles y drones lanzados contra territorio israelí. Estos ataques ya han causado 24 muertos y casi 600 heridos en suelo israelí. Ambos países se reconocen en guerra, lo que reconfigura por completo la dinámica de poder en la región.
Israel considera ahora a Irán como su frente principal, relegando a la Franja de Gaza como objetivo secundario
El G7 señala a Irán como origen de la inestabilidad
En su comunicado, los líderes del G7 acusan a Irán de ser la principal fuente de terrorismo en Oriente Medio, y reiteran su postura histórica: Irán no debe obtener jamás un arma nuclear. La declaración también destaca la necesidad de proteger a la población civil en todos los frentes del conflicto.
“Reiteramos nuestro apoyo a la seguridad de Israel. También afirmamos la importancia de proteger a los civiles”, reza el comunicado
Impacto global: preocupación por los mercados energéticos
Los líderes del G7 también advirtieron sobre las consecuencias económicas de la guerra. Manifestaron que se mantendrán vigilantes ante el impacto en los mercados energéticos y se coordinarán con países aliados para garantizar la estabilidad del mercado petrolero y evitar una crisis mayor.