El exvicepresidente de Bankia José Luis Olivas ha aprovechado su intervención ante la Comisión del Congreso que investiga la crisis financiera y el rescate bancario para anunciar que recurrirá ante el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo su condena de un año y medio de cárcel por falsedad en una factura.
El también expresidente de la Generalitat valenciana fue condenado el año pasado a un año y medio de prisión por falsificar una factura de un ingreso de 500.000 euros por unos servicios de asesoramiento a Vicente Cotino que nunca realizó.
A preguntas de los portavoces por este asunto, Olivas, que ha apuntado que este asunto “no tiene nada que ver con el motivo de la comparecencia”, ha señalado que “las sentencias se cumplen, se acatan”, pero “no tengo por qué compartirlas”, ya que a su juicio los jueces “no son infalibles”. En ese sentido, y una vez agotados los recursos en España, “mis abogados están estudiando acudir al Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo”.
Olivas, que llegó a ser vicepresidente de Bankia tras haber ostentado la presidencia de Bancaja, ha salido además en defensa de las operaciones que llevó la caja valenciana en el Caribe, que también le han acarreado problemas con la justicia.
Tal y como ha apuntado, Bancaja tenía un grupo inmobiliario desde los años 80, pero en 2006 y 2007 se contrata la elaboración de un plan estratégico para él. Entre las propuestas de este plan se encontraba la diversificación territorial de las desinversiones. Dentro de los nuevos mercados, se apuntó a México, con el proyecto Grand Coral, que “era un proyecto con suelo para construir inmediatamente”. Así, tal y como ha defendido, en la primera promoción “se ganaron 50 o 60 millones de dólares”.
Los negocios en México dependían de la oficina de Miami, que se abrió porque la caja valenciana tenía una “presencia muy importante” en las Baleares y Canarias, y entre sus principales clientes se encontraban los hoteleros, que iniciaron un “proceso de diversificación, fundamentalmente en países del Caribe”. “Eran países con escaso desarrollo bancario y ellos mismos nos pidieron que les siguiéramos”. Olivas, que ha recordado que él todavía no estaba en Bancaja cuando se abrió esta oficina –era conceller de Economía por ese entonces-, ha apuntado que “era muy rentable”, ya que en ella “se ganaban cinco o seis millones de dólares todos los años”.
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