Cataluña regresa al futuro con unas elecciones que dejan la aritmética del Parlament prácticamente igual que en la anterior legislatura. La suma de Junts per Catalunya y ERC alcanza los 66 diputados y necesitarán los 4 de la CUP para seguir gobernando. Por otro lado, Ciudadanos se convierte en el partido más votado de Cataluña en un procés que hunde al PP y diluye a las izquierdas.
La aplicación del artículo 155, la disolución de las cortes catalanas y la convocatoria de las elecciones autonómicas anticipadas. Algunos sectores consideraron aquello como un golpe maestro del Gobierno que evitaba la consecución de una República que por entonces ya era irreal e inexistente.
Sin embargo, semanas después, y con la participación más alta de la historia, los comicios dejan un panorama polarizado en donde los independentistas suman más escaños que los unionistas y en donde Carles Puigdemont, después de un sorpasso imprevisto a ERC, es el principal favorito para revalidar la presidencia de la Generalitat.
Este ha sido el resultado de unas elecciones cuya altísima participación las dota de un carácter plebiscitario y las llena de legitimidad. En ese sentido, conviene destacar que el voto independentista sigue estando por debajo del 48%.
Quienes consiguen la mayoría absoluta, además de los independentistas, son los partidos de derechas. En un marco diferente al identitario, Ciudadanos, Junts per Catalunya y el PP sumarían 74 escaños de los 135 que tiene la cámara catalana, llevando la contraria a quienes aseguraban que Cataluña “es de izquierdas”.
La polarización de la política catalana ha premiado el ‘voto útil’ y ha castigado, además de al PP, a quienes se han posicionado en lugares más intermedios, como es el caso de ‘los comunes’, a quienes todos han tratado de seducir durante la campaña pero a los que pocos han decidido votar.
El PSC, por su parte, sube por primera vez en más de una década pero menos de los esperado. Miquel Iceta y su equipo esperaban capitalizar el voto de nacionalistas ‘asustados’ e izquierdistas dubitativos con ‘los comunes’. Al final, ni uno, ni otro, y se quedan en tierra de nadie junto a Catalunya En Comú.
Por último, los resultados idénticos del PP y la CUP, que no superan los 4 escaños cada uno, les pone a ambos en el grupo mixto del Parlament. Una salsa agridulce, un plato mar y montaña, o escuchar a Bocherini mientras se ve Gran Hermano. Una mezcla extraña entre cupaires y populares que compartirán espacio en un Parlament que, por otro lado, se separa aún más.
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