Entre sus brazos, tal madre con recién nacido, envolvía algo muy ceñido al pecho. Por mero presentimiento, me dio por estar a su lado intentando hablarle y que entendiera, pero fue imposible. Dormí tranquilo cuando al poco rato vinieron a buscarle unos familiares que agradecieron la temporal custodia.
Y hoy en la mañana, en el mismo sitio, nuestro cubanísimo y vecino Agente 007, pulcro, ordenado, vigilante y presto para entrar en acción si fuese necesario. Toda la comunidad le conoce y respeta por su elegancia y desatinadas e incoherentes respuestas.
Enmascarado, recorre todo el vecindario y mucho más allá donde improvisa breves discursos de ocasión con temas nacionales o internacionales, hace uso del “celular” con sus imaginarios superiores y ejecuta envidiables movimientos a lo Michael Jackson.
Detesto llamarles como se les dice popularmente. Son enfermos, inspiran compasión. Lo aprendí del comandante rebelde doctor Eduardo Bernabé Ordaz cuando año tras año convocaba a la prensa extranjera para un recorrido por el Hospital Psiquiátrico Nacional conocido por Mazorra.
Se extraña a ese hombre todo humanidad y buen carácter. Por seguro nos hubiera explicado las razones de tantos “desequilibrados” últimamente en la calle…