En un nuevo gesto de distensión comercial, la Administración de Donald Trump ha ordenado frenar temporalmente las medidas más severas contra las exportaciones de alta tecnología a China. Esta maniobra busca mantener abiertas las vías de diálogo con Pekín y preparar el terreno para una posible reunión entre los mandatarios de ambas potencias. La información, publicada por el Financial Times y confirmada por varias fuentes gubernamentales, se conoce horas antes de una nueva ronda de negociaciones en Estocolmo.
Washington frena su ofensiva tecnológica para no tensar las relaciones
Según el Financial Times, la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio ha recibido instrucciones en los últimos meses para abstenerse de aplicar medidas drásticas contra China. Esta unidad es la encargada de supervisar los controles de exportación, especialmente en sectores estratégicos como los semiconductores y la inteligencia artificial.
La decisión de congelar estas restricciones responde al interés de Trump en no poner en peligro un futuro encuentro con Xi, previsto para los próximos meses. Varios funcionarios actuales y anteriores de EEUU confirmaron al rotativo británico que la orden tiene carácter político y busca mantener abierta la vía diplomática.
Evitar represalias chinas, especialmente en el suministro de imanes críticos y metales de tierras raras, ha sido también un factor clave en esta pausa regulatoria, según fuentes de la Administración estadounidense.
Tercera ronda de negociaciones y posible extensión de la tregua
Representantes comerciales de EEUU y China se reúnen este lunes en Estocolmo, en la tercera ronda de conversaciones tras los encuentros previos celebrados en Ginebra y Londres. En este nuevo capítulo del diálogo bilateral, ambos países buscan avanzar hacia un acuerdo que evite una escalada de tensiones arancelarias.
Según el South China Morning Post, es probable que Washington y Pekín extiendan por 90 días más la actual tregua comercial, vigente desde el pasado 14 de mayo. Esta medida ha supuesto una rebaja recíproca de 115 puntos arancelarios, con tasas reducidas al 10% para productos estadounidenses y al 30% para mercancías chinas.
El acuerdo alcanzado en mayo también incluyó una penalización adicional del 20% impuesta por EEUU a productos chinos como castigo por la supuesta falta de cooperación de Pekín en la lucha contra el tráfico de fentanilo.