El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken
«No hay duda de que el comportamiento coercitivo de Pekín amenaza nuestra seguridad y prosperidad colectivas y que está trabajando activamente para socavar las reglas del sistema internacional y los valores que compartimos nosotros y nuestros aliados», ha señalado Blinken en la sede de la OTAN en Bruselas.
«Estados Unidos no obligará a sus aliados elegir entre nosotros o China», ha asegurado el secretario de Estado, quien pese a asegurar que la nueva Administración de la Casa Blanca «no cree en los ultimátums», ha insistido en que Pekín impone «la coacción» en materia de infraestructuras y tecnologías.
«Sabemos que nuestros aliados tienen relaciones complejas con China que no siempre se alinearán con las nuestras, pero tenemos que afrontar estos desafíos juntos. Eso significa trabajar con nuestros aliados para cerrar las brechas en áreas como tecnología e infraestructura, donde Pekín está explotando para ejercer medidas coercitivas», ha dicho.
Coincidiendo con las recientes sanciones impuestas por Washington a algunas de las autoridades y funcionarios chinos, Blinken ha aprovechado para acusar nuevamente a Pekín de ejercer «una economía depredadora, robar propiedad intelectual» y llevar a cabo «abusos contra los Derechos Humanos».
El secretario de Estado también ha hecho referencia al acuerdo de Alemania y Rusia para la creación de un gasoducto y ha amenazado que Washington se guarda la posibilidad de imponer sanciones, pues, bajo su punto de vista, esto «divide a Europa» y «expone a Ucrania a la manipulación» de Moscú.
«El gasoducto divide a Europa, expone a Ucrania y a Europa central a la manipulación y coerción rusas, va en contra de los objetivos de seguridad energética declarados por Europa», ha expuesto.
Por tanto, justifica, Estados Unidos «continuará monitorizando dicha situación» y «si eso se lleva a cabo» la creación del gasoducto, se tomara una decisión sobre la aplicación de las sanciones», ha advertido.
Moscú y Berlín están llevando a cabo la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que partirá desde Rusia hasta Alemania a través del mar Báltico. Washington observa esta alianza energética con mucho recelo, después de que en los últimos meses el Kremlin haya sido acusado desde la Casa Blanca de interferir en las elecciones estadounidenses y de haber atacado a algunas de sus oficinas a través de ataques informáticos.
«El presidente Biden ha sido muy claro durante mucho tiempo en su opinión de que Nord Stream 2 es una mala idea» y «también se ha dejado claro que las empresas que participan en su construcción se arriesgan a recibir sanciones estadounidenses», ha apuntado Blinken.
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