Los nuevos retos mundiales que se abrieron a finales de 2015 han encendido las alarmas en las cúpulas ejecutivas. Aun así, el consumismo sigue siendo el bálsamo de tranquilidad para 2016. “El incremento de los riesgos a escala global está acentuando la divergencia económica entre sectores y regiones. En un entorno más complejo, los directivos son menos optimistas que el año pasado”. Esta afirmación es una de las conclusiones que ha extraído Fidelity de sus 17.000 entrevistas que realizó durante el último año con ejecutivos de todo el mundo. La incertidumbre, provocada sobre todo por el sector financiero, ha encontrado su espacio en las altas esferas de las compañías.
Pero a pesar de esos nuevos retos mundiales que se han abierto en el horizonte y que levantan inseguridad, los ejecutivos han apuntado a tres factores que, a su entender, serán determinantes para este ejercicio y ver el rumbo final que deparará los próximos meses: el consumo, la innovación y los cambios en los servicios financieros. Siendo el primero de éstos el principal motor de crecimiento y sujeción de los procesos innovadores que se vayan abriendo.
El pesimismo se sacude a la hora de pensar en las causas positivas que permitirán que el consumo abandere el crecimiento. Según Fidelity, entre los directivos no ha pasado desapercibido el “buen tono de los mercados de inmuebles residenciales” que vuelve a ser fundamental para el consumismo que perciben. El abaratamiento de la energía, los bajos niveles de inflación, el aumento de los salarios y los mecanismos de los mercados laborales son los otros valores que permitirán, tal y como respondieron los ejecutivos, que los consumidores capitaneen el 2016.
En cuanto a esa innovación, que durante este año irá muy ligada a los niveles consumistas que se alcancen, tendrá más peso en el ámbito sanitario y en las tecnologías de la información. “Las nuevas tecnologías crean un sinfín de oportunidades no solo para los que desarrollan esas tecnologías, sino también para los que suministran las infraestructuras necesarias”, ha declarado Michael Sayers, director de análisis de Fidelity Internacional.
Pero es en el sector financiero donde más dudas se han extraído siendo dos los elementos que más chocan en esta materia y que encienden preocupación en las cúpulas directivas. Las presiones de las autoridades que han traído balances más sólidos y menor apalancamiento no han minimizado el pesimismo de los inversores, que han visto cómo a finales de 2015 y comienzos de 2016 han ido sufriendo diversos ‘sustos’. La caída del petróleo, los valores del sector bancario, “que se comportaron peor incluso que los del sector energético”, han provocado que los riesgos persistan y, por ende, alejen a los inversores, según los encuestados.
“El sector financiero sigue enfrentándose a riesgos importantes, incluidas unas pobres perspectivas de crecimiento e inflación, diversas formas de exposición al sector energético y una menor liquidez en los mercados de bonos. La debilidad del sector financiero también puede derivar en una mayor debilidad de la economía real debido a mecanismos de transmisión que pueden hacer que las inquietudes del mercado terminen materializándose. No sorprende, pues, que la normativa siga siendo un factor de peso, pero dado que insta a las empresas a aumentar sus colchones de capital, podría suponer un apoyo para las rentabilidades a medio plazo”, ha concluido el responsable de Análisis de Deuda Corporativa de Fidelity Internacional, Martin Dropkin.