La OIT denuncia que 168 millones de niños trabajan en el mundo

Trabajo infantil

La OIT denuncia que 168 millones de niños trabajan en el mundo

Explotación infantil

La Organización Internacional del Trabajo también pone el acento en los adolescentes que realizan trabajos peligrosos 168 millones de niños se encuentran en situación de trabajo infantil en el mundo, 47,5 de los cuales son adolescentes que, estando en edad de trabajar, realizan trabajos peligrosos e ilegales para menores. Mientras, 75 millones de jóvenes de hasta 25 años buscan un trabajo y no lo encuentran. Se trata de datos de la OIT, que arrojan algo de luz sobre una ironía preocupante: el desajuste que se produce entre los jóvenes que buscan un empleo, y los que trabajan cuando no están en edad para hacerlo (o los que lo están y realizan actividades inadecuadas para menores).

La falta de trabajo digno para adultos, las deficiencias en protección social, la incapacidad para asegurar la escolarización de los niños hasta la edad legal de acceso al empleo y, sobre todo, la pobreza, son los principales motivos que explican la situación. Y hoy, 12 de junio, Día mundial contra el trabajo infantil, la OIT centra sus esfuerzos en concienciar sobre esta realidad atendiendo a dos puntos: la importancia de la educación para erradicar estas formas de trabajo ilegal, y la necesidad de dar visibilidad a los adolescentes en edad de trabajar que realizan trabajos peligrosos. Joaquín Nieto, director de la oficina de la OIT para España, ha pedido hoy en rueda de prensa una infraestructura educativa de calidad, libre y gratuita, a la que considera clave no sólo para abordar la cuestión del trabajo infantil, sino también la precariedad del empleo juvenil y el paro del sector.

Para ello apunta a que es necesario adquirir un compromiso renovado con las políticas de educación nacionales, y advierte de que herramientas como la Encuesta de Población Activa tendrían que ser más precisas para facilitar el acceso a los problemas y su control, ya que “hay una tarea pendiente de identificación: hay datos, pero falta análisis”. Y es que la OIT considera el problema del trabajo infantil en dos sentidos: no sólo frustra el “correcto desarrollo de los niños”, sino que los condena a una pobre cualificación que les impedirá acceder a un trabajo digno en el futuro. El trabajo infantil está por tanto en el origen de buena parte del empleo mal remunerado adulto, y de las situaciones de inseguridad laboral o de desempleo juvenil.

“Los niños no son adultos pequeños, sino seres en formación”, ha apuntado Nieto. “La actividad laboral puede condenar negativamente toda su vida”, y lo mismo sucede con los adolescentes en edad legal para trabajar que realizan trabajos peligrosos, que representan el 40% del total de jóvenes que trabajan en esa franja de edad en todo el mundo. Una situación que se da no sólo en países en desarrollo, sino también en los desarrollados.

La OIT aporta un dato: en España hay 42.900 jóvenes de 16 y 17 años que son población activa, con 8.700 ocupados. Un segmento especialmente desprotegido, dado que, aunque es legal que trabajen, no están capacitados para realizar actividades peligrosas. Nieto reconoce, y culpa a las encuestas de población, de que falta análisis para conocer cuántos de estos jóvenes realizan actividades ilegales, pero considera revelador que una tercera parte de los accidentes laborales que sufre el colectivo se deban a sobresfuerzos.

“75 millones de jóvenes buscando un trabajo sin encontrarlo, con 168 millones de niños en situación de trabajo infantil, no es algo aceptable”. Nieto es rotundo: “hay que dar el empleo a quienes están capacitados para hacerlo, quitar a los niños, y apartar a los adolescentes del trabajo peligroso”.

No obstante, resulta alentador conocer que los datos muestran una tendencia a la mejora en los últimos estudios realizados por la OIT. El director de la oficina española asegura que, en los últimos años, se ha producido en España una “reducción significativa” del trabajo irregular de este corte, aunque apunta a que esto puede deberse, precisamente, a que el paro juvenil también se esté trasladando a este terreno.

Con todo, queda dar más visibilidad a los problemas del empleo juvenil, relacionados en muchos casos con el trabajo infantil, y a las dificultades de la transición del período estudiantil al mercado laboral. Las carencias en este cambio, los problemas educativos, y la desprotección de los jóvenes en el mercado laboral, así como la falta de oportunidades, los condena a aceptar trabajos en condiciones precarias. La OIT pide medidas más severas a los estados, que aseguren controles que faciliten el acceso al trabajo digno por parte de los jóvenes.

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