A los fieles o devotos de ambas modalidades no debió tomarle por sorpresa la nueva mala en momentos en que falta absolutamente casi de todo. Y si apareciese lo buscado, que puede ser un medicamento, azúcar o una pieza de recambio para un electrodoméstico, estaría ahí, en el mercado negro, a precios también celestiales.
Lo que sí nos ha llamado la atención a todos, ha sido el silencio sepulcral de sus responsables que, en el supuesto caso de no atender a algún colega local, al menos debieron emitir una nota por respeto a los clientes o a ellos mismos. Algo meritorio, sin embargo, fue anunciar que se avecinaba la crisis, aunque no en esta magnitud.
En Cuba, la Semana Santa ha transcurrido con penas y sin mayores glorias. En no pocos países con religión católica, la gente se larga de vacaciones, cosa que no ocurre aquì a pesar de tener oficialmente no laborable el Viernes Santo. Tanto, que los hospitales trabajan a media máquina por tal motivo y que un tratamiento de quimioterapia deberá aguardar a la siguiente semana.
En las gasolineras de la capital se aprecian largas filas, algunas casi cercanas al medio kilómetro. No para repostar, sino a la espera de la hipotética llegada del vehículo cisterna. En ellas, lo mismo suceden altercados de violencia corporal que alguien monta una mesa de dominós para pasar el tiempo.
Entrar al chat destinado al combustible es vivir en tiempo real la experiencia de quienes lo buscan y necesitan, pero también espacio para bromistas. Cómo se avisan, qué recomiendan, qué anuncian, qué trueques proponen, qué cantidad hay en los tanques de la gasolinera, cómo llegar…
Un domingo con contados vehículos en la vía. Asunto muy serio. Otra sangría en la débil economía insular.
