Desconcierto en la gran banca por la reforma fiscal de Trump

Desconcierto en la gran banca por la reforma fiscal de Trump

Incertidumbre sobre cómo se aplicará una disposición de la nueva ley pensada para evitar que las grandes empresas saquen el dinero de EEUU para esquivar los impuestos.

Donald Trump

La reforma fiscal impulsada en EEUU por el presidente Trump no deja de dar disgustos a la gran banca internacional. Junto al impacto que la rebaja del impuesto de sociedades tendrá en los jugosos créditos fiscales acumulados durante la crisis, una disposición de la nueva ley destinada a evitar que las empresas estadounidenses transfieran beneficios al exterior para beneficiarse de una tasa más baja es la siguiente amenaza a la que se enfrentan.

En concreto, el impuesto antiabuso y de erosión de base, más conocido como BEAT por sus siglas en inglés, tiene como objetivo a las grandes compañías con operaciones en el extranjero que reducen su factura al fisco a través de pagos transfronterizos que luego se deducen en EEUU. Bajo la nueva regulación, estos pagos hacia el extranjero deben contabilizarse a la hora de calcular la obligación tributaria global.

Sin embargo, la ley no dice si los pagos se cuentan en términos brutos o netos, señala Gavin Ekins, experto de Tax Foundation, en declaraciones a Bloomberg. Debido a que los bancos globales frecuentemente transfieren dinero entre sus diferentes unidades, un cálculo bruto podría elevar significativamente su factura. Tanto Credit Suisse como Barclays, dos de los bancos que ya han reconocido un impacto en sus cuentas por la reforma fiscal, se han referido a la incertidumbre sobre cómo se aplicará esta cláusula.

“No me puedo imaginar que el Congreso realmente quisiera castigar a los grandes bancos con esta provisión”, señala Ekins, un economista de investigación que ha estudiado los aspectos internacionales de la reforma. “Los bancos globales tienen cientos de subsidiarias en todo el mundo que se prestan dinero entre sí de ida y vuelta. Sobre una base bruta, todo el dinero que salga de EEUU se contabilizaría, mientras que el dinero que entra sería ignorado”.

La peor parte, de nuevo, podría ser para los bancos extranjeros que operan en EEUU, ya que exageraría los ingresos que obtienen en el mercado estadounidense. En el caso de la banca del país no será tan significativo porque la mayoría de sus ingresos son internos y tributarán según el impuesto a empresas regular establecido por la nueva ley. El BEAT inicialmente será del 6% para los bancos, un punto porcentual más que para las empresas no financieras.

A esta incertidumbre se suma el impacto por los créditos fiscales: la reforma impulsada por los republicanos, que supone pasar de un impuesto de sociedades del 35% a uno del 21%, reducirá drásticamente los beneficios financieros esperados y obligará a las compañías a reevaluar el valor de sus activos por impuestos diferidos.

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