De Valencia a La Habana sin saber para quién

Cuba

De Valencia a La Habana sin saber para quién

A la mayor de las Antillas hay que cargarle otras muy serias dificultades ya presentes antes de la llegada del virus: la escasez alimentaria y la falta de medicamentos.

Cuba La Habana capitolio

Capitolio de La Habana

El panorama pandémico de la isla está reportando cifras récords de transmisión en los últimos cinco días desde sus inicios allá por marzo del pasado año. Tanto, que las autoridades sanitarias y políticas no saben ya qué términos utilizar para calificar el actual estado de cosas en este tercer rebrote. Cualquier clasificación menos aquella de que la epidemia se encuentre fuera de control.

Si bien es cierto que hay países en mejor o peor estado que Cuba, el esfuerzo sanitario es sobresaliente. Basta revisar el mínimo por ciento de fallecidos de los hospitalizados bajo el régimen de terapia intensiva.

Sin embargo, a la mayor de las Antillas hay que cargarle otras muy serias dificultades ya presentes antes de la llegada del virus: la escasez alimentaria y la falta de medicamentos heredados de una profunda crisis económica de la que no puede obviarse el bloqueo o embargo gringo en plan del perro del hortelano.

Tiempos estos no solo en Cuba, sino en cualquier lugar de este mundo donde suben a escena en actuaciones protagónicas las mezquindades y las bondades humanas. Los que lucran con medicinas; los que encuentran placer regalándolas.

Y porque no necesita ni desea publicidad alguna, desde Valencia este joven cubano al que llamaremos simplemente Raúl Manuel, no cesa de enviar medicamentos a Cuba que luego su madre se encargará de repartir a los necesitados. Un tercer envío facturado en diciembre, acaba de llegar a su destinatario.

Así, no pocos, en las redes sociales se han visto beneficiados con tratamientos que han debido suspender por falta de ellos.

Basta verle la cara a un anciano que ha reclamado con urgencia la Levodopa+carbiodopa, tocarle a la puerta de su casa, entregársela y compartir con él, ese agradecimiento casi celestial de escucharle decir admirado:

-¿Pero de qué parte del cielo ha venido esto? ¿Qué ángel me lo ha enviado?

Más información