De cuando el acto sublime de hacer el amor se convirtió oficialmente en actividad recreativa

Desde El Malecón

De cuando el acto sublime de hacer el amor se convirtió oficialmente en actividad recreativa

En toda Cuba han dejado de existir desde hace años esos lugares que por módicos precios la pareja permanecía varias horas en la casi más completa intimidad.

La Habana

La Habana

Las cosas que suceden en Cuba bien pudieran integrar un sorprendente catálogo surrealista, donde un alemán o japonés, tan organizados y comedidos que son, perderían todo sentido de la realidad en dos minutos.

Salvo que se pueda encontrar algún sitio privado para consumar una pasión amorosa, en toda Cuba han dejado de existir desde hace años esos lugares que por módicos precios la pareja permanecía varias horas en la casi más completa intimidad.

La falta de viviendas, su destrucción paulatina a falta de adecuadas reparaciones más los desastres ocasionados por ciclones y huracanes han convertido a las llamadas “posadas” en inmuebles donde viven varias familias damnificadas.

Hubo un tiempo, allá por los 80s del siglo pasado, en que una empresa estatal se encargaba de tan beneficiosa labor hasta que un burócrata con poder decidió que tales centros debían formar parte de una empresa denominada Recreatur. Con lo cual, irse a la cama era un acto recreativo, de diversión, nunca de pasión a veces desenfrenada como la de aquel anciano que en plena fila en la muy conocida de 11 y 24, el Vedado, y detrás de quien suscribe, le suplicó:

-Hijo, déjame pasar delante que estoy apurado.

Retirado ya de esos menesteres, desaparecida también la susodicha entidad, ni la menor idea de cómo los jóvenes solucionan esa imprescindible necesidad para nada recreativa. En todo caso, deportiva, como la natación, en que no hay músculo que no se ejercite en sus cuatro estilos de competencia. Algunos expertos aseguran que hasta el dedo gordo del pie…

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