Cubanos inventan una nueva modalidad de ventas

Cuba

Cubanos inventan una nueva modalidad de ventas

Los cubanos han puesto en marcha un tipo de ventas pocas veces visto en la historia comercial de la humanidad.

Imagen de una Smart TV
Imagen de una Smart TV.
Única y exclusivamente en razón de un éxodo con carácter masivo y urgente, los cubanos han puesto en marcha un tipo de ventas pocas veces visto en la historia comercial de la humanidad. Te abren la puerta de la casa, cuidado no inviten a  un café para de inmediato anunciar con los brazos extendidos, sin protocolo alguno, haciendo señas como náufrago en el Pacífico Sur:. -Me voy del país y todo lo que hay en el apartamento está en venta incluyéndolo a él por 15.000 euros. Entonces comienza un festival de preguntas y respuestas con números o palabras según sea el caso. -Ya está vendida la nevera. En la tarde se llevan; las sillas también. No me lo contaron. Lo viví en persona. La anciana estomatóloga jubilada, de esmerada educación, alterna con carácter autobiográfico lo que pide por cada pieza u objeto. Le da igual sean euros o dólares, aunque prefiere los primeros porque su destino final será España, donde tiene hijos, residencia y hasta pensión por su fallecido esposo. Ha quedado sola en Cuba. Un hermano en similar condición y a pocas viviendas de la suya que también lo tiene todo en oferta. Una hacia Madrid y el otro a Canarias. -¿Y ese tv es Smart? -Está como nuevo. 300 euros y se lo puede llevar. Le incluyo la cajita descodificadora que me costó 50 dólares, 20 el soporte a la pared, la antena, las gafas 3D, el karaoke y toda la documentación. El “trapito” para limpiar el polvo del equipo también va incluido. Entonces, un minucioso recorrido visual-detectivesco por cada rincón de un apartamento o piso de unos 60 metros cuadrados en perfecto estado. Esto, aquello, lo de más allá o más acá… No puedo menos que darle la razón en sus argumentos. Aquí no pinta absolutamente nada. Advierto que no tome a mal lo que voy a decirle. Ya en retirada, confieso: -No se ofenda, pero le deseo se largue cuanto antes. La señora ni se lo piensa. De sus labios brota una concisa respuesta acompañada de una sonrisa cómplice: -Salgo el próximo viernes. Llegado al cuarto escalón de bajada, volvió a la carga: -Una vecina se queda a cargo de lo que queda.

Única y exclusivamente en razón de un éxodo con carácter masivo y urgente, los cubanos han puesto en marcha un tipo de ventas pocas veces visto en la historia comercial de la humanidad. Te abren la puerta de la casa, cuidado no inviten a  un café para de inmediato anunciar con los brazos extendidos, sin protocolo alguno, haciendo señas como náufrago en el Pacífico Sur:

-Me voy del país y todo lo que hay en el apartamento está en venta incluyéndolo a él por 15.000 euros.

Entonces comienza un festival de preguntas y respuestas con números o palabras según sea el caso.

-Ya está vendida la nevera. En la tarde se llevan; las sillas también.

No me lo contaron. Lo viví en persona. La anciana estomatóloga jubilada, de esmerada educación, alterna con carácter autobiográfico lo que pide por cada pieza u objeto. Le da igual sean euros o dólares, aunque prefiere los primeros porque su destino final será España, donde tiene hijos, residencia y hasta pensión por su fallecido esposo.

Ha quedado sola en Cuba. Un hermano en similar condición y a pocas viviendas de la suya que también lo tiene todo en oferta. Una hacia Madrid y el otro a Canarias.

-¿Y ese tv es Smart?

-Está como nuevo. 300 euros y se lo puede llevar. Le incluyo la cajita descodificadora que me costó 50 dólares, 20 el soporte a la pared, la antena, las gafas 3D, el karaoke y toda la documentación. El “trapito” para limpiar el polvo del equipo también va incluido.

Entonces, un minucioso recorrido visual-detectivesco por cada rincón de un apartamento o piso de unos 60 metros cuadrados en perfecto estado. Esto, aquello, lo de más allá o más acá…

No puedo menos que darle la razón en sus argumentos. Aquí no pinta absolutamente nada. Advierto que no tome a mal lo que voy a decirle. Ya en retirada, confieso:

-No se ofenda, pero le deseo se largue cuanto antes.

La señora ni se lo piensa. De sus labios brota una concisa respuesta acompañada de una sonrisa cómplice:

-Salgo el próximo viernes.

Llegado al cuarto escalón de bajada, volvió a la carga:

-Una vecina se queda a cargo de lo que queda.

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