El Príncipe Pierre sigue la tradición de escándalos de la Familia Real de Mónaco

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El Príncipe Pierre sigue la tradición de escándalos de la Familia Real de Mónaco

De la familia real de Mónaco se puede decir de todo menos que sea discreta. El Príncipe Rainero nunca fue dado a los escándalos, salvo el bombazo que supuso su boda con la estrella de Hollywood Grace Kelly, pero sus retoños son otro cantar. Primero sus hijos -Carolina, Estefanía y Alberto- dieron carnaza a diestro y siniestro a las revistas del corazón con comportamientos no muy ejemplares para gente de sangre azul, y ahora sus nietos van por el mismo camino.

Lo digo porque el príncipe Pierre Cashiragi ha debido ser hospitalizado en Nueva York por las heridas que sufrió el sábado en una pelea en un club nocturno del centro de Manhattan, según informa el diario ‘The New York Post’. Al parecer, el hijo de la princesa Carolina de Mónaco se vio envuelto en una pelea junto con unos amigos con el antiguo dueño de un club, Adam Hock, en Double Seven, uno de los locales de moda de la ‘Gran Manzana’, según han relatado varios testigos de la trifulca y fuentes policiales al diario neoyorquino.

«La cara de Pierre parecía rota, con profundos cortes y sangre por todas partes», ha indicado uno de los testigos de la pelea. Hock tuvo que comparecer el domingo ante un tribunal bajo la acusación de asaltar a cuatro jóvenes en el club nocturno. «Parece que necesitará cirugía plástica», ha añadido el testigo.

Al parecer, Hock, de 47 años, se encontraba en el club celebrando una fiesta con sus amigos, entre los que se encontraba el dueño del local, Jeffrey Jaghad, cuando el Príncipe Pierre Cashiragi y otros tres amigos se subieron a su mesa.

Los amigos de Hook han asegurado que el príncipe monegasco y sus acompañantes se comportaron de forma «completamente detestable» al insultar a las modelos que participaban en esa fiesta mientras se bebían una botella de vodka de 500 dólares encima de la mesa. «Lo siguiente que vi, es que todo se echó a perder», ha afirmado otra de las personas que presenciaron la bronca.

Y ahora cabría preguntarse qué le dirá la familia Grimaldi a este muchacho que le ha salido un poco pendenciero, habida cuenta de los disgustos que Carolina le dio a su padre. Primero se casó con un ‘playboy’, Philippe Junot, en contra de los deseos de sus padres que tuvieron que ceder a la fuerza, aunque el tiempo les dio la razón y el matrimonio acabó en divorcio sólo dos años después de la boda. Y tras la muerte de su segundo marido, Stefano Casiraghi, el padre de tres de sus hijos, comenzó una relación con Ernesto Augusto de Hannover, príncipe titular de la Casa de Hannover, cuando éste aún estaba casado con Chantal Hochuli de la que se divorcio poco antes de que la princesa diera a luz a su cuarta hija.

El padrastro del príncipe Pierre tampoco es que sea un espejo donde mirarse, que se diga, ya que son habituales sus escándalos que se achacan a sus problemas con el alcohol y Ernesto de Hannover ya ha tenido que vérselas varias veces con la Justicia por su comportamiento violento. O sea que de casta le viene al galgo.

Capítulo aparte merece la tía del Príncipe, Estefanía, que desde sus tiempos mozos, con 16 añitos, cuando fue expulsada del colegio, se convirtió en habitual protagonista de las revistas del corazón por sus romances, al tiempo que hacía sus pinitos como cantante, modelo y hasta artista de circo. Tuvo un affaire con su guardaespaldas Daniel Ducruet con quien tuvo una hija, con el que rompió tras una escandalosa infidelidad de él que copó todos los diarios; pero no escarmentó la conocida como la “princesa rebelde” y tiempo después, Estefanía quedó embarazada de otro de sus guardaespaldas, Jean Raymond Gottlieb, con quien tuvo a su tercera hija.

Pero la cosa no quedó ahí ya que la princesa Estefanía volvió a ser portada de prensa cuando se fue a vivir con un domador de elefantes en un carromato y viajó alrededor de Europa con un circo. Tras lo cual rizó al casarse con un acróbata circense diez años menor que ella, de quien se divorció en julio de 2004.

El ahora soberano, Alberto II, ha sentado ahora la cabeza tras su boda con la nadadora Charlene Wittstock, aunque el enlace estuvo a punto de suspenderse cuando la prensa sacó a la luz que era padre de dos hijos con una cámara y una azafata. Y es que aunque más discreto que sus hermanas también tuvo una vida sentimental agitada.

Con estos antecedentes familiares, no es extraño que los benjamines sigan la tradición. Andrea Casiraghi, prefiere las playas y las fiestas a estudiar y se le fotografía casi siempre de marcha y con una copa en la mano. Y de Pierre, el ahora hospitalizado y que da pie a este artículo, se dice que sigue la estela de su hermano, o sea que la única actividad que se le conoce es ir de discotecas y yates. ¿Será cosa de los genes?

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