Cupid Deluxe

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Cupid Deluxe

Cupid deluxe, Blood orange

Blood Orange No Right Thing by Blood Orange on Grooveshark
Por si alguien todavía lo dudaba aquí está el último trabajo de Blood Orange,’Cupid Deluxe‘, para demostrarlo. Los últimos discos con pátina de poderosos que se editan en 2013, lo dejan claro. Se acabó la estética campestre que dominaba la escena ‘chic’ internacional hasta hace tan solo dos telediarios. Toca guardar las ropas ‘neohippies’ para mejor ocasión y rescatar del fondo del armario los vestidos de lentejuelas olvidados.

La estética que dominará el próximo año, por lo menos hasta que llegué el verano, será urbana, rabiosamente neoyorquina y, en lo musical, animada y bailable. Pero con ese tono melancólico y tristón, que dan las armonías abigarradas de sextas y séptimas mayores, y ese aire intelectual, pero ‘casual’, que tanto éxito tiene siempre entre diseñadores de moda y coleccionistas de arte millonarios.

Y dentro de la oleada de música ‘fashion’ que nos amenaza, deudora del mejor Bowie y de los grandes aciertos del Prince de los 80, que los tuvo y muchos, hay alguna que otra cosa recomendable y potente. Por ejemplo, los sonidos que presenta este geniecillo de 27 años conocido llamado Devonté Hynes y que firma sus colecciones de canciones con el seudónimo de Blood Orange.

En este ‘Cupid Deluxe’, su última entrega hasta la fecha, Hynes parte de un estilo conocido, el soul de siempre, como base a la que añade las texturas electrónicas indispensables para abrirse paso en las pistas de baile de ahora mismo y unas melodía, muchas veces memorables, que interpreta con profundidad y matices. Casi como si fuera uno de esos viejos ‘crooners’ de R&B ‘calentorros’, de estilo de Luther Vandross, que enardecían a las masas de ambos sexos con la llamada primitiva de los gritos básicos de apareamiento. Convenientemente almibarados, por supuesto.

Tiene también Hynes esa elegancia y ese saber estar que sólo se consigue con la práctica. Y una trayectoria vital y estilística más que completa que, sin duda, le ayuda a conseguir lo que desea. Nació en Texas, pero se curtió musicalmente en el Londres más noctámbulo hasta obtener el triunfo, por fin, en Nueva York, como decíamos antes, de nuevo, no sabemos por cuanto tiempo, la gran capital mundial de las tendencias. Además, antes de Blood Orange, y su soul gomoso y electrónico, ha tocado muchos más estilos, desde el punk al ambient, y adquirido destreza en la interpretación de unos cuantos instrumentos que maneja con solvencia.

Hynes ha sabido también rodearse de unos cuántos cómplices de interés que contribuyen al exit de su esfuerzo. Está Samantha Urbani, su actual pareja sentimental, y un grupo de amigos como Adam Bainbridge o Dirty Projectors David Longstreth, de Dirty Projectors y Caroline Polacheck de Chairlift, que dan fuste con sus intervenciones a la pulcritud del sonido de este álbum que, si nada se tuerce, tiene serias posibilidades de pasar a la historia.

Solo falta que la joven reina Lady Gaga, o la omnipotente madrastra Madonna se acerquen a Hynes en el futuro cercano para que el círculo se complete, porque después llegarán en manada las ‘rihannas’ y ‘milleys cirus’ de turno. Pero, en ese momento, es fácil que la magia de este ‘Cupid Deluxe’ se haya perdido en el fragor de las grandes fábricas de música en serie de este siglo XXI, donde el promotor de Blood Orange está destinado a trabajar, y hacerse de oro, dentro de muy poco.

Y, una vez más, resulta muy complicado escoger algunas canciones que destaquen sobre el resto, en un álbum que, como también parece ser un signo de los nuevos tiempos, se resiste al despiece en trozos independientes de tres minutos que puedan comercializarse en Spotify o iTunes. Aún así, algunas piezas como ‘Uncle Ace’, la crónica de los nuevos ‘homeless’ neoyorquinos, mayoritariamente jóvenes, o ese baladón llamado ‘Time will tell’, que tan bien hubiera cantado Michael Jackson, pueden ser consideradas en solitario y se acercan al sobresaliente alto.

Pero, lo cierto es que este ‘Cupid Deluxe’, de desalentadora portada en la línea de las del Prince más cutre de los ochenta, merece la pena como un conjunto de gran música, crepuscular, melancólica y urbana. Y, además, es la banda sonora perfecta para estas fechas de otoño en las que ya se atisba un crudo invierno en ciernes en el que va a ser necesario pasar muchas horas a cubierto. Y, créanme, este disco de Blood Orange, es un remedio perfecto contra el frío. En todos los sentidos.

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