Julia Holter

La ciudad ruidosa de Julia Holter, levemente basada en ‘Gigi’ la adaptación cinematográfica y musical que Vicente Minelli hizo de la novela de Colette, tiene a la vez mucho y poco que ver con la música que compuso para aquella película el gran Frederic Loewe, o los textos que apañó para las canciones el siempre eficaz Alan Jay Lerner.

Holter, californiana de nacimiento y residente en Los Angeles, pero dotada de esa pátina artística de élite que suele caracterizar a algunos artistas neoyorquinos, ha querido poner en este ‘Loud City Song’ su punto de partida en la tradición de los grandes musicales anglosajones. Mas cerca, claro, de Stephen Sondheim que de Andrew Lloyd Weber, para elevarse desde allí hacia una dimensión desconocida. O, por lo menos, poco transitada.

Entre los múltiples cambios que ha necesitado su proceso creativo para poner rumbo al nuevo destino seleccionado en este tercer intento, la muy intelectual y electrónica Holter ha cambiado su estudio casero y el Mac, como herramientas fundamentales de composición, arreglos y grabación, para adaptar sus desvarios de tal modo que unos cuantos instrumentistas de los de toda la vida, preferentemente ‘analógicos’, pudieran interpretarlos en un estudio, más o menos, convencional.

Ha trabajado también con un productor. Uno de esos tipos que suelen poner límites a los artistas y les hacen transitar por caminos distintos los que estos imaginan habitualmente en la soledad de sus cuartos de trabajo. En este caso, el elegido fue Cole M. Grief-Neill, un tipo acreditado por sus trabajos con Ariel Pink o Beck, paciente y buen conocedor de los puentes invisibles que acercan la sonoridad electrónica al universo acústico.

Corresponde a cada oyente decidir si todo este esfuerzo de Holter ha merecido la pena. Para los fans de sus dos trabajos anteriores, quizá no. Habrá quien eche a faltar esa sensibilidad intelectual que les caracterizó y hasta quien considere que la buena de Julia busca aumentar su base de seguidores con lo más parecido a un trabajo comercial que, de momento, es capaz de hacer.

Esa búsqueda de espacios de comprensión más amplios que los habituales es, por cierto, una característica común a algunos de los discos más notables de este 2013. Al menos, en opinión de quién esto escribe. Y, aunque ‘City of Loud’ no es un trabajo sencillo, cuyas melodías se queden grabadas en el cerebro en una primera escucha, si transmite códigos sonoros reconocibles que ayudan a acercarse a él.

Es obvio que el cruce entre el sonido ‘ambient’ de un, digamos, seguidor de Brian Eno o los primeros discos elegantes de la EMC y el West Side Story de Leonard Bernstein, no es un menú para todos los públicos. Pero, hecha esta salvedad, quizá habría más de una sorpresa entre los poco amigos de la experimentación sonora con ínfulas de arte contemporáneo si se decidieran a darle una oportunidad a este disco.

Podrían empezar, por ejemplo, por canciones como ‘This is a true heart’ o ‘Hello Stranger’, dos piezas muy bellas, entre lo espectral y lo corpóreo, en las que, según mi visión de la jugada, se ha conseguido el equilibrio en esta mezcla inusual de ingredientes con la que han jugado Holter y Grief-Neill para elaborar los ambientes sonoros del álbum.

Luego hay otros momentos intensos y gozosos como el corte inicial ‘World’ o las dos partes de ‘Maxim´s’, en las que se rememora la famosa escena de Gigi que transcurre en este famoso restaurante parisino, que también pueden servir de puerta de entrada a este personal y fascinante mundo sonoro que Julia Holter nos ofrece en ‘Loud City Song’. Un buen disco de ahora mismo que no necesita referencias de grandes artistas pasados para encontrar una etiqueta en la que cobijarse. Ni más ni menos.

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Loud City Song

Rafael Alba

No fui fotógrafo de "Playboy", pero sí hice allí entrevistas y artículos. Escribí sobre música en "Diario 16", "Geo", "El Gran Musical", "ZZPOP", "Audioprofesional", "Sterofonía" y "Backstage". En "El Economista", "America Económica", "Cuba Económica" y "La Revista de la Bolsa" intenté aprender economía. En "El Boletín" me metí en política. Y ahora he vuelto a lo mío. Pero lo que más me gusta es tocar la guitarra, así que no es raro verme subido al escenario de algún club…con Las Dos en Punto, por ejemplo.

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