La butaca

La Gran Familia Española

Arrancamos este espacio de cine con uno de los directores españoles de mayor proyección, Daniel Sánchez Arévalo, y su último trabajo, ‘La Gran Familia Española’, que se hizo con el primer puesto de la taquilla nacional en su estreno hace unas semanas.

En la película, el realizador madrileño vuelve a sus orígenes, al corto ‘¡Gol!’ con el que conquistó al jurado del certamen Notodofilmfest, para utilizar de nuevo el fútbol y sus pasiones como contexto de la historia. Un recurso que ayuda a la cinta a conseguir esa empatía con el espectador tan presente en las mejores obras de la filmografía de Sánchez Arévalo.

Si en su debut es un tanto del Real Madrid al Barça el que impulsa la trama, aquí la referencia al deporte rey viene de la mano de la final del Mundial de Sudáfrica y el gol de Iniesta. Ese es el día elegido por Efraín, el menor de cinco hermanos, para casarse con Carla, a la que pidió matrimonio con 10 años. Con este acto, el más pequeño del clan quiere seguir los pasos de su padre y casarse con el amor de su vida, con la esperanza de que el gesto devuelva la estabilidad a la familia.

Familia, hombres inmaduros, bodas, son otros de los temas recurrentes en la trayectoria del realizador. Así, `La Gran Familia Española’ recuerda a ‘Primos’, pero, sobre todo, al cortometraje ‘Traumalogía’, sin duda la semilla de la que germina este último trabajo.

Tras unos primeros minutos entrañables e impecables, la película comienza a bajar con una presentación bastante impostada de los personajes. Interpretaciones que se quedan cortas y algún que otro comentario que parece metido a calzador (a pesar de que si por algo se caracteriza Sánchez Arévalo es por la sensatez de sus diálogos) dan paso, de golpe y porrazo, a un número musical estridente.

Este pistoletazo de salida chirriante para una boda muy ‘cool’ (con Converse por doquier y peinados a la última) responde a la apuesta del director por planos, escenas y montajes que desafían a lo convencional y de la que se verán más ejemplos a lo largo de la cinta. Pero, aunque cuando Sánchez Arévalo arriesga siempre suele atinar, aquí no ha estado acertado.

A partir de ahí, las subtramas de la familia confluyen en un primer momento de manera irregular, a pesar de que la fusión entre el drama y la comedia está bien hilada. Y no porque unas prevalezcan sobre otras, sino porque algunos personajes (véase Benjamín y Fran) pueden resultar irritantes hasta que se les pilla el punto (quizá las interpretaciones tengan mucho que ver), lo que hace al espectador distanciarse de la historia.

Pero, como ocurrió en el partido que le dio a la Selección su primera estrella en la camiseta, cuando parecía que las expectativas iniciales no se iban a cumplir, la película coge fuerza y es cuando todo encaja y empieza a atrapar. Las distintas historias se entrecruzan con atino en torno a la figura del patriarca.

De esta manera, la cosa remonta, no sólo en la narración, también en el apartado actoral y en el montaje, con escenas como la secuencia familiar sobre las intimidades de la joven pareja. Esta subida lleva a una catarsis encabezada por el gol del futbolista manchego, a la que pone el broche final una reflexión sobre los distintos tipos de amor y las diferentes formas de vivirlo y expresarlo.

En definitiva, ‘La Gran Familia Española’, consigue despertar tanto la carcajada como la sensiblería del espectador, le da un toque de comedia a temas serios sin resultar vulgar y deja clara la influencia del cine de Wes Anderson en el trabajo de Sánchez Arévalo.

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