El pianista lanza un nuevo disco, titulado ‘Abuc’, en el que rescata el latido de la música cubana de mediados del siglo XX. Terminada la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo aún se desperezaba, la música de las orquestas ligeras cubanas, sorprendía al mundo. Exuberante, llena de elegancia, rítmica y sabrosa, la esencia de aquellas partituras perfectas para el baile ha vuelto a sonar gracias al trabajo minucioso realizado por Roberta Fonseca.
Este pianista virtuoso, que se inició en la música como batería de un grupo que hacía versiones de The Beatles, se ha sumergido en el fantástico sonido de las agrupaciones cubanas de los años 40 y 50 del pasado siglo y ha actualizado sus características fundamentales, en un trabajo delicioso, llamado ‘Abuc’.
La combinación absoluta de unos ritmos populares y unas orquestaciones, tan deudoras de Glenn Miller, como de genios a reivindicar del estilo del catalán Xavier Cugat, convirtieron a esta música, fundamental, para los bailes de salón en el mejor antídoto contra los tiempos oscuros de la posguerra.
Una medicina que se empezó a suministrar en los cabarés y se generalizó como arma de satisfacción masiva gracias a la llegada de tecnologías democráticas e incluyentes como la radiodifusión. Y cuyos ecos han alcanzado para impactar a un Roberto Fonseca nacido 25 años después de aquella explosión de ritmo y color.
En esta recreación que huye despavorida de las simples copias digitales al uso tan de moda en estos tiempos, Fonseca ha encontrado algunos cómplices muy adecuados, como el gran guitarrista y cantante guajiro Eliades Ochoa, la emergente Daymé Arocena, o el simpático virtuoso ‘Trombone’ Shorty.
Junto a todos ellos y gracias a la experiencia acumulada en horas de escenario y en compañía de artistas mitológicos como Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo, Fonseca ha grabado y publicado uno de los discos más entretenidos y disfrutables de este 2016. Ahora sólo falta que los promotores se animen y podamos ver este espectáculo en directo.
