‘Brill Bruisers’, un disco de The New Pornographers

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‘Brill Bruisers’, un disco de The New Pornographers

Brill Bruisers, un disco de The New Pornographers

El ‘supergrupo’ canadiense lanza su esperado sexto disco tras cuatro años de silencio. Brill Bruisers by The New Pornographers on Grooveshark

Algún crítico ha definido a ‘The New Pornographers’ como el lugar de vacaciones en el que se reúnen, de vez en cuando, unos cuántos artistas de culto, con solidas carreras en solitario, para hacer un disco y una gira. Vamos, lo más parecido a uno de aquellos ‘supergrupos’ de los setenta, en general de corta duración, que podemos encontrar en la música popular de hoy.

Quizá por culpa de la nacionalidad canadiense de sus miembros, o quizá por lo bien que les sale la música cuando se junta a hacerla, estos ‘nuevos pornografos, cuentan ya con una carrera sorprendentemente dilatada, desde que apareció en el ya lejano año 2000, en el que apareció ‘Mass Romantic’ su primer disco.

Desde entonces, con intervalos de tiempo cada vez más prolongados entre reunión y reunión; los guitarristas Dan Bejar, Todd Fancey y Carl Newman, la cantautora Neko Case el teclista Blaine Thurier, el bajista John Collins, y el batería Kurt Dahle, se han visto las caras de vez en cuando para hacer ‘cosas’ juntos para regocijo de sus seguidores.

Un grupo estable que se vio reforzado en 2005 con la entrada en la banda de Kathryn Calder, sobrina de Newman, llamada a cubrir las ausencias de Case, quizá el miembro del club con una carrera individual más exigente y que ahora, hace sólo un par de días, ha registrado su primera ‘baja’ tras la decisión de Dahle de bajarse del barco, aún no explicada.

La ‘deserción llega en un momento delicado. En estos días, la banda presenta la sexta entrega de sus aventuras que es este ‘Brill Bruisers’ del que nos ocupamos hoy. Y, a pesar de las dificultades inesperadas, los Pornographers van a seguir adelante con los planes previstos. Habrá gira y habrá un nuevo batería en directo, cuya identidad no se conoce aún. Tampoco si se trata de alguien con posibilidades reales de convertirse en miembro de pleno derecho de este selecto club o no.

El nuevo álbum, la referencia número seis de su discografía, llega cuatro años después del anterior, ‘Together’, y supone un paso más en la evolución de una música que, a pesar de mantener las características que le concede su ‘adn’, evidentemente ‘pop’, ha evolucionado y mutado un tanto en cada entrega.

Y, lo cierto es que muchos ‘fans’, entre los que no me encuentro, echan de menos la energía que emanaban obras como ‘Twin Cinema’, su obra maestra, grabada en 2005, o ‘Electric Version’, su disco de 2003.

Piensan que desde ‘Challengers’, el álbum de 2007, The New Pornographers se han reblandecido, otros lo llaman madurar, y sus propuestas sonoras se empiezan a parecer peligrosamente a las de cualquier otro ‘grupete’ de ilustres veteranos.

¿Tendrán razón? Todo es opinable, por supuesto, pero yo no lo creo. De hecho, este nuevo disco es la demostración más plausible, a mi entender, de lo equivocado que está quien piensa así. Entre otras cosas, porque se trata del álbum más personal y más lanzado hacia el futuro de los que han realizado hasta ahora. Y también contiene alguna de las canciones más brillantes escritas por Newman, el compositor principal, y Bejar.

Tal vez, ‘Brill Bruisers’ no suba muy alto en las listas de lo mejor del año que pronto empezarán a elaborarse. De hecho, casi todas los críticos optan por el ‘notable’ a la hora de ponerle nota. Y quizá no estamos hablando de una obra maestra que vaya a revolucionar la música popular del Siglo XXI, ni del mejor trabajo realizado hasta ahora por este supergrupo.

Pero este disco va a girar mucho en mi plato, lo presiento. Porque tiene una alta composición vitamínica vital de esas que sirven para alegrarle a uno el día y también ese halo característico y generoso de los álbumes llenos de buenas canciones y melodías memorables. Dos ingredientes que yo considero indispensables.

De momento, mi canción favorita es ‘Champions of Red Wine’, la segunda del disco. Un medio tiempo seductor y saltarín que se beneficia del predominio de las voces femeninas. Una especie de mezcla maravillosa en la que concurrieran The Pretenders con ‘The Human League’ pero sin la molesta sobredosis de ‘reverb’ de casi todas las producciones de la década de los ochenta.

Pero hay mucho material para elegir. Por ejemplo, la muy marcial ‘Marching Orders’, donde las chicas vuelven a llevar la voz cantante y la melodía parece avanzar entre una tupida maleza instrumental, conducida por un simple, pero muy efectivo, ritmo de guitarra acústica. Para no perdérsela, de verdad.

Y, por supuesto, ese vendaval bailable llamado ‘Born with a Sound’, donde mandan las secuencias de corchea de una guitarra distorsionada que cabalga sobre los clásicos golpes de caja en los tiempos débiles. Aquí la voz solista es masculina, pero el toque de clase lo vuelve a dar una chica. En este caso, una invitada: Amber Webber, la cantante de Black Mountain.

O la fantástica ‘Spidyr’, el remake de ‘Spider’, una canción que Bejar compuso para Swam Lake, otro de los grupos donde milita, en la que, por momentos, parece que estuviéramos escuchando alguna de esas melodías inolvidables del genio y maestro de los musicales Stephen Sondheim.

Como ven, mucho y bueno donde elegir. Así que ustedes mismos. Al final la oreja de cada uno es la que tiene que tomar la correspondiente decisión. Eso sí, yo que ustedes, cuando menos le concedería un par de escuchas a este álbum. No me den las gracias. Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo.

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