‘Rosa’, un disco de La Lá

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‘Rosa’, un disco de La Lá

Rosa un disco de La La

El primer álbum de la cantautora peruana Giovanna Núñez reúne una colección de canciones mágicas que renuevan y revitalizan los estilos clásicos latinoamericana. Digámoslo ya: la música latinoamericana necesita discos como este ‘Rosa’, el primer álbum grabado por ‘La Lá‘, nombre artístico de la joven cantautora peruana Giovanna Núñez. Una colección de canciones mágicas que se atreve a renovar el repertorio clásico de su país con una mirada respetuosa, pero diferente, y un deseo de contar historias propias muy de agradecer.

La creatividad de Giovanna parece responder al mismo impulso ancestral que provocó la obra de sus grandes maestras. De grandes compositoras, no siempre valoradas en su justa medida, como ‘Chabuca Granda, Violeta Parra o Consuelo Velázquez‘, responsables de éxitos históricos que han trascendido a las fronteras de sus propios países.

Y a la vez, la forma de interpretar de La Lá, contenida y elegante, aseguran una cierta continuidad a los esfuerzos de algunas grandes damas como ‘Susana Baca‘, por mantener viva la llama de una forma propia de hacer de los artistas del subcontinente que supere las postales sonoras para turistas multiculturales.

Nada que ver, desde luego, con el uso, abuso y hasta malbaratamiento, que se ha hecho en los últimos diez o doce años del repertorio clásico del subcontinente. De todo ese fantástico legado de boleros, valses, landós, sones y demás, que una malentendida ansia de modernidad situó en un cajón olvidado en la década de los ochenta para dar paso a otros sabores de raíz anglosajona, mayormente.

Y, aunque es cierto que esas canciones, y muchos de sus intérpretes punteros como la mismísima ‘Chavela Vargas‘, merecían ser rescatadas, el hecho de que figuras teóricamente tan alejadas como‘Luis Miguel o Silvia Pérez Cruz‘, pasando por otros veinte mil entusiastas se haya sumado a la operación de ‘desempolvamiento’ empieza a resultar sospechoso.

Sobre todo porque ninguno de estos intérpretes, algunos más que buenos en lo suyo, parece dispuesto a echarle un vistazo a la producción de los nuevos compositores. Se trata, en la mayoría de los casos, de hacer caja con una revisión, más o menos personal, del puñado de clásicos de toda la vida.

Unos temas que volvieron a tener prestigio desde que tipos bendecidos por la pátina de la intelectualidad, como el imprescindible ‘Caetano Veloso‘, dieron un paso al frente y le explicaron al mundo que aquellas canciones eran enormes maravillas y que merecía la pena volver a interpretarlas.

Y, en esa operación rescate, ha habido cosas notables, desde luego. Y también, o esa es mi opinión, verdaderos fraudes, en ocasiones bendecidos por las cifras de ventas y hasta por los críticos modernos, incapaces de dejar pasar la ola. Así que quizá, tanta saturación pueda perjudicar a artistas honestas, como la que hoy nos ocupa que, probablemente, no se haya planteado nada de esto al componer. Afortunadamente.

Así que volvamos al disco que hoy nos ocupa tras este largo preludio. En algunas entrevistas concedidas a la prensa peruana, La Lá explica que ha titulado Rosa a esta colección de canciones porque es el color que suele asociarse con el universo femenino. Un color, además, cursi o maravilloso, según se mire, y que ella aprecia a la vez que detesta.

Con estas razones por bandera, hay que decir que se trata de un título genérico muy bien elegido, porque representa muy bien, lo que nos vamos a encontrar en él. Unas cuantas historias bien contadas, gracias a imágenes tan precisas como preciosas que se deslizan por unas melodías suaves y, en general memorables, cantadas por una voz sugerente que convierte el susurro en arte mayor.

Huyan ustedes, por lo tanto, de esta colección de canciones, si lo que buscan en la música es circo, o virtuosismo vocal o instrumental. Dos males recurrentes, al menos en mi opinión, frecuentemente asociados a las interpretaciones del repertorio latinoamericano.

Amigos, esto es otra cosa. Aquí hay canciones que exponen sentimientos a flor de piel, y aullidos de un corazón roto que quiere superar su mal momento y recomponerse. También, celebraciones de las horas felices, nostalgia de la infancia, propósitos de enmienda y hasta ajustes de cuentas con el entorno familiar. Nada más y nada menos.

Y todo ello acompañado por unos arreglos acariciadores y cálidos, con protagonismo de las guitarras de cuerdas de nylon, más algunas acústica y unos pocos instrumentos más que, en una configuración cercana al minimalismo, se muestran suficientes para potenciar las sabores contenidos en las canciones que son el verdadero ingrediente básico de este menú.

Temas de esencia clásica y aromas de ‘jazmines y canela’, seguro que ustedes me entienden, como el maravilloso ‘Selva Negra’, mi favorita por el momento. O delicias de poco más de un minuto de duración que se quedan muchos más en la memoria como ‘Sirena’‘, con su final en clave de jazz vocal improvisado.

También joyas encerradas en cofres ‘abolerados’ como ese ‘Mango’ en el que las melodías de una suave flauta travesera y el acompañamiento de suave percusión, nos traen los ecos de las tardes de verano que querríamos que duraran para siempre. O bella canciones de temática mística, como ‘Jesús’ en la que Giovanna se lamenta de la pérdida de su mariposa interna.

En definitiva, un buen disco, que abre un camino esperanzador para la ampliación de una manera de hacer música que tiene en cuenta las raíces pero mira al futuro sin miedo. Esto tampoco es folk, que nadie se confunda. Es la carta de presentación de una cantautora que promete mucho y que ya es una realidad a tener en cuenta. Apúntense el nombre: La Lá. Van a oír hablar mucho de ella a partir de ahora.

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